Chile, España y el Estado «benefactor»
El Estado chileno es muy eficiente para recaudar impuestos, pero el mismo Estado es un pésimo ejecutor del gasto público
Presidente de Chile, Gabriel Boric, durante una rueda de prensa
Tanto en España como en Chile, estamos enfrentados a un Estado expansionista, que pretende tomar el control de todas las actividades de la sociedad. Cómo extranjero, no pretendo pontificar acerca de lo que sucede en España, los lectores podrán descubrir analogías. De Chile sí me siento preparado para opinar.
Lo primero es que el gobierno chileno, olvida o ignora, que el Estado sin contribuyentes no puede existir. Nuestro progresismo criollo, vocifera de los beneficios de un Estado poderoso. Para hacerlo crecer, aumenta impuestos y costos laborales de manera sistemática. ¿Pero cuál es la realidad?
La izquierda chilena, ha destruido la educación pública. Muchos recursos y pocos resultados. Intervención grosera en planes de estudio incorporando materias innecesarias y eliminando otras, como historia, filosofía o religión.
La idea es concientizar. Los mejores liceos públicos de Chile están agonizantes. En relación a las universidades chilenas públicas, al menos hay 4 en virtual bancarrota: Austral, UFRO, Aysén y Magallanes. En el área de salud pública, el caos es total. Cientos de miles en listas de espera para atenderse. Nuevos hospitales con obras a medio camino o paralizadas. Persecución a la salud privada e inseguridad del personal de salud por permanentes ataques físicos.
Codelco, la principal productora de cobre del mundo, enfrenta una crisis
En cuanto a las empresas del Estado, Codelco –la principal productora de cobre del mundo– enfrenta una crisis, solo superada por el alto precio actual del cobre, pero con productividad muy inferior a las privadas del mismo rubro. Otras empresas del Estado como Televisión Nacional de Chile, al borde del colapso económico por mala gestión.
En cuanto a seguridad pública, que podría considerarse como lo mas importante para un chileno común, la situación es de terror. El Estado, a pesar de crecientes y millonarios recursos, no es capaz de proporcionar un nivel mínimo de seguridad a los ciudadanos. La inmigración ilegal, permitida por sucesivos gobiernos, tiene a los chilenos desvalidos frente a los millonarios recursos que se le asigna a quienes llegan a Chile «a buscar un mejor futuro».
El sistema judicial, tras la puesta en marcha de un nuevo sistema, está repleto de fiscales que cobran salarios en función de las causas que «cierran», pero no indexadas a éxito o fracaso. La justicia en Chile es lenta y no igual para todos. Los militares, por ejemplo, no tienen igual trato que los políticos.
Se ha aumentado en 100 mil el número de funcionarios, superando el millón
Bajo el gobierno de Boric se ha aumentado en 100 mil el número de funcionarios, superando el millón cien mil. La gran injusticia es que el reclutamiento de funcionarios es discrecional, especialmente en los cargos altos y además existe inamovilidad, lo que atenta en contra de la eficiencia. Finalmente, el Estado ejerce un rol crucial en la aprobación o rechazo de nuevos proyectos de inversión. La «permisiología» es un obstáculo de proporciones en Chile, pues se ha perdido el respeto por el sentido común. Se le exigen a los empresarios cumplir normas y obtener permisos más allá de toda racionalidad.
El Estado chileno es muy eficiente para recaudar impuestos, pero el mismo Estado es un pésimo ejecutor del gasto público. Se espera que el futuro gobierno chileno, supuestamente de oposición al actual, enfrentará este tema de verdad, pero con posiciones excesivamente dialogantes no se llega a ninguna parte. El tiempo lo dirá.