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Roberto Starke
AnálisisRoberto Starke

Claudia Sheinbaum: interpretar a Donald Trump

Ha sido la presidenta de México quien, entre los líderes mundiales «no alineados» con Estados Unidos, ha logrado desarrollar una relación más estable con el presidente estadounidense

Actualizada 04:30

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el presidente electo de Estados Unidos, Donald TrumpEFE

El 6 de marzo pasado, Donald Trump anunció la suspensión temporal de algunos aranceles a México y elogió a la presidenta Claudia Sheinbaum por su cooperación. Este gesto resaltó la buena relación entre ambos líderes, lo que resulta sorprendente si se considera que Trump ha sido un feroz crítico del gobierno de su antecesor Andres Manuel López Obrador y de su partido, MORENA.

De hecho, en febrero de este año la Casa Blanca acusó al gobierno mexicano por sus supuestos vínculos con el narcotráfico. Mientras que solo el 2 % de las drogas incautadas en la frontera de EE.UU. provienen de Canadá y el 40 % de México, Trump sigue prefiriendo la «colaboración» de Sheinbaum sobre la de su vecino del norte, Mark Carney, que día a día agranda sus diferencias con el presidente norteamericano.

¿Cómo logró la presidenta mexicana convertir una relación que parecía destinada a la confrontación en una de las más funcionales para Washington?

A diferencia de Trudeau, que insistió en negociar en términos de igualdad, la mandataria mexicana ha demostrado capacidad de adaptación

Las diferencias entre Sheinbaum y Trump no podrían ser más evidentes. Él es un líder conservador, impulsivo, disruptivo; ella, una política progresista, racional y cuidadosa en la ejecución de sus políticas públicas. Sin embargo, ha sido Sheinbaum quien, entre los líderes mundiales «no alineados» con Estados Unidos, ha logrado desarrollar una relación más estable con el presidente estadounidense. A diferencia de Trudeau, que insistió en negociar en términos de igualdad, la mandataria mexicana ha demostrado capacidad de adaptación, entendiendo que la mejor forma de tratar con Trump no es confrontarlo, sino alinearse estratégicamente con sus intereses.

La presidenta mexicana ha respondido a las exigencias estadounidenses con concesiones concretas, incluyendo el envío de más soldados, un mayor control fronterizo y la colaboración con fuerzas especiales de EE.UU. En cambio, Canadá apeló a su relación histórica y la dependencia energética, un enfoque que no encaja con la visión de Trump, quien espera sumisión en lugar de cooperación entre iguales.

Sheinbaum ha logrado transformar esta situación en una oportunidad, equilibrando las demandas de Trump con los intereses mexicanos

Desde el inicio de la administración Trump, se esperaba que México fuera uno de los países más afectados por sus políticas proteccionistas y de seguridad. Sin embargo, Sheinbaum ha logrado transformar esta situación en una oportunidad, equilibrando las demandas de Trump con los intereses mexicanos. Su pragmatismo se evidenció en el reciente acuerdo para suspender aranceles a las exportaciones mexicanas y fortalecer la cooperación en la lucha contra el tráfico de fentanilo y la migración ilegal.

Uno de los aspectos más notables de su gestión ha sido su capacidad para leer a Trump y adaptar su discurso en consecuencia. En lugar de verlo como un adversario ideológico, lo ha tratado como un socio estratégico al que debe ofrecer soluciones concretas. Mientras Trump exige resultados inmediatos en seguridad y comercio, Sheinbaum ha entregado extradiciones de narcotraficantes, refuerzos fronterizos y argumentos económicos que favorecen la competitividad de EE.UU.

A diferencia de López Obrador, que hablaba con Trump a través de un intérprete, Sheinbaum habla en inglés

Para consolidar esta relación, Sheinbaum ha implementado una serie de estrategias diseñadas para apelar al ego y la lógica de poder de Trump. A diferencia de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, quien hablaba con Trump a través de un intérprete, Sheinbaum ha optado por comunicarse directamente en inglés, demostrando preparación y eficiencia. Ha estudiado el estilo de comunicación del expresidente y se ha asegurado de estructurar sus mensajes de manera clara y persuasiva.

Además, ha convertido la cooperación con EE.UU. en una bandera nacionalista, presentando las medidas de seguridad fronteriza y la extradición de criminales no como actos de sumisión a Washington, sino como decisiones soberanas para fortalecer la seguridad de México. Este enfoque ha elevado su popularidad al 85 %, demostrando que su estrategia no solo beneficia la relación bilateral, sino que también refuerza su liderazgo interno. Como afirmó Marco Rubio: «Hay que reconocer que el gobierno mexicano y el gobierno de la presidenta Sheinbaum ha tomado medidas muy fuertes, que nunca hemos visto en el pasado, para el combate de los cárteles».

Su pragmatismo premia a aquellos líderes que lo hacen sentir en control, y Sheinbaum ha sabido navegar esta dinámica

Trump, por su parte, ha respondido positivamente a este enfoque. Su pragmatismo premia a aquellos líderes que lo hacen sentir en control, y Sheinbaum ha sabido navegar esta dinámica sin perder autoridad ante su propio electorado. «Nuestra relación ha sido muy buena y estamos trabajando duro, juntos, en la frontera (…) ¡Gracias a la presidenta Sheinbaum por su arduo trabajo y cooperación!», expresó el mandatario estadounidense.

La mejor aprendiz

El caso de la relación entre Trump y Sheinbaum refleja la dinámica del liderazgo estadounidense bajo Trump, caracterizado por la imposición y la necesidad de dominio. Sin embargo, Sheinbaum ha demostrado ser, hasta ahora, su mejor aprendiz. Ha entendido cómo operar dentro de la lógica de Trump sin comprometer completamente su imagen en México. Su enfoque no ha sido la confrontación, sino la adaptación.

En un mundo donde muchos líderes han fallado en lidiar con la imprevisibilidad de Trump, Sheinbaum está dando una cátedra de resiliencia política más que ejemplar, especialmente para las naciones europeas, mientras Occidente se aproxima a una ruptura de su histórica alianza atlántica con Estados Unidos, sin precedentes.

  • Roberto Starke es consultor Político y Profesor Universitario. Director de «Contexto Político».
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