
Un hombre mira una pizarra electrónica que muestra el precio de intercambio del yen japonés frente al dólar estadounidense en una calle de Tokio el 4 de abril de 2025
Trump insiste en devaluar el dólar y pide al presidente de la Reserva Federal que recorte los tipos de interés
Aunque dentro de sus constantes rectificaciones algunos ven una impulsividad peligrosísima en Donald Trump, el presidente de Estados Unidos tiene un plan. Peligroso, arriesgado, quizás equivocado, pero un plan. Está convencido de que la fortaleza del dólar en el mercado mundial frena la competitividad de la industria estadounidense. Su estrategia: imponer aranceles masivos y presionar a la Reserva Federal para que reduzca las tasas de interés, forzando así una devaluación que impulse el crecimiento.
Sin embargo, esta política ha desatado una tormenta financiera. Las bolsas mundiales se han desplomado a niveles no vistos desde la pandemia, y los inversores temen que el intento de Trump de manipular el valor del dólar provoque un desajuste global con consecuencias imprevisibles.
Desde su red Truth Social, Trump intensificó su ataque contra la Reserva Federal, insistiendo en que este es el «momento perfecto» para reducir las tasas de interés. Argumenta que la inflación ha disminuido desde su regreso a la Casa Blanca y que los precios de la energía y los intereses han descendido, lo que justificaría una flexibilización monetaria. Pero su mensaje no fue solo una recomendación: acusó a Jerome Powell, presidente de la misma, de estar «siempre tarde» en sus decisiones y lo instó a actuar de inmediato para evitar mayores problemas económicos.
Powell, sin embargo, mantiene una postura prudente. En un evento en Virginia, advirtió que «los aumentos arancelarios serán significativamente mayores de lo previsto», lo que podría traducirse en una inflación más alta y una desaceleración del crecimiento. «Es demasiado pronto para hacer ajustes en las tasas de interés», insistió, enfatizando que la situación requiere un análisis más profundo antes de tomar medidas.
El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), Jerome Powell.
«Es probable que lo mismo ocurra con los efectos económicos, que incluirán una mayor inflación y una desaceleración del crecimiento», afirmó, añadiendo que es «demasiado pronto» para considerar cambios en la política monetaria estadounidense. Sus comentarios sugieren que la Reserva Federal no tiene prisa por recortar su tasa de interés de referencia desde su elevado nivel actual, entre el 4,25 % y el 4,5 %, mientras continúa sus esfuerzos por reducir la inflación a su objetivo a largo plazo de 2 %.
La estrategia para debilitar el dólar
Trump quiere un dólar más débil para favorecer las exportaciones y reducir el déficit comercial, pero su estrategia tiene riesgos significativos.
El intento de Trump de presionar a aliados internacionales para que aprecien sus monedas frente al dólar recuerda a los Acuerdos del Plaza de 1985, cuando Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y el Reino Unido acordaron devaluar el dólar para corregir desequilibrios comerciales. Pero las circunstancias actuales son muy diferentes: hoy no hay consenso internacional para una intervención coordinada en los mercados de divisas, y cualquier movimiento unilateral de Estados Unidos podría generar represalias comerciales y mayor volatilidad.
Las declaraciones de Trump y la cautela de Powell provocaron una reacción inmediata en los mercados financieros. Wall Street cerró su peor jornada del año, con una caída del 2,5 % en el Dow Jones. En Europa, los principales índices bursátiles también registraron pérdidas: el DAX alemán y el CAC 40 francés cayeron más de un 1,5 %, mientras que la Bolsa de París perdió un 4,26 %, la de Milán un 6,53 % y la de Londres un 4,86 %.
El nerviosismo se extendió a las materias primas y las divisas. El petróleo Brent cayó un 2,3 % por temor a una menor demanda global, mientras que el dólar se debilitó frente al euro y otras monedas, lo que exacerbó la volatilidad en el mercado cambiario.
Detrás de estos movimientos, los mercados están reaccionando a la creciente incertidumbre sobre la dirección de la política económica de Trump. La Reserva Federal sigue adoptando un enfoque prudente, pero con la Casa Blanca presionando por una devaluación y las bolsas en estado de alerta, el panorama se torna cada vez más incierto. Si las tensiones comerciales y monetarias siguen escalando, los efectos podrían extenderse más allá de Estados Unidos, desatando una desaceleración económica global y golpeando con especial dureza a las economías emergentes.
La gran pregunta es si Trump está dispuesto a llevar su estrategia hasta las últimas consecuencias, sin importar el costo para la estabilidad financiera mundial.