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La situación entre India y Pakistán vuelve a ser extremadamente tensa

La situación entre India y Pakistán vuelve a ser extremadamente tensaAFP

Por qué una guerra entre India y Pakistán supondría una confrontación directa de China con Estados Unidos

En 2019, durante la última gran crisis entre India y Pakistán, altos funcionarios de la Administración de Donald Trump reconocieron que ambos países habían preparado sus arsenales nucleares

Una chispa en Cachemira, un ataque terrorista, una represalia quirúrgica, fuego cruzado, drones, misiles, y de pronto el mundo mira con el aliento contenido hacia el Himalaya. Otra vez. Pero esta vez no es solo la vieja enemistad entre India y Pakistán lo que está en juego. Lo que ocurre en estos días en la frontera más militarizada del planeta tiene ecos de algo más grande. Porque mientras los proyectiles vuelan en la Línea de Control, detrás de ellos se mueven las dos potencias que sostienen el equilibrio (y la tensión) del mundo: China y Estados Unidos.

El 22 de abril, un grupo armado asesinó a 26 turistas —hindúes, salvo un nepalí— en Pahalgam, en el valle de Cachemira. Los ejecutaron uno a uno, seleccionándolos por motivos religiosos. Fue el atentado más brutal contra civiles indios desde 2008. Casi de inmediato, y tras dos semanas de silencio sepulcral, India respondió con una operación militar quirúrgica: drones kamikaze, cazas Rafale, misiles SCALP, artillería inteligente. Pakistán reaccionó con fuego de artillería, más drones, e incluso un ataque a instalaciones militares en Jammu, Pathankot y Udhampur. Todo indica que cinco cazas indios fueron derribados. Islamabad y Nueva Delhi se acusan mutuamente de matar civiles.

Y, sin embargo, lo que más preocupa no es lo que ocurre en la superficie, sino lo que subyace: lo que dispara esos misiles, lo que alimenta esos arsenales, lo que convierte una escalada regional en una disputa global.

India y Pakistán ya no se enfrentan con armamento soviético de los años 70. Este no es un conflicto entre dos países pobres con equipos obsoletos. Hoy, India lanza misiles diseñados en Europa y guiados por satélites norteamericanos. Pakistán responde con drones y radares diseñados por ingenieros chinos. Este no es solo un conflicto entre vecinos: es, cada vez más, una guerra indirecta entre proveedores.

India ha girado completamente hacia Occidente. En menos de una década, ha dejado de depender casi exclusivamente de Rusia para armarse. Ahora, más de la mitad de su equipo militar es de fabricación estadounidense, francesa o israelí. Sus cazas Rafale son franceses, sus misiles SCALP son europeos, sus drones provienen de Israel y Estados Unidos. Washington ha reforzado su vínculo con Nueva Delhi en los últimos años, no solo por su interés en contener a China, sino porque ve en India una pieza clave del orden asiático. India no es miembro de la OTAN, pero cada vez se comporta como un aliado estratégico.

Ciudadanos de Pakistán en una protesta anti India

Ciudadanos de Pakistán en una protesta anti IndiaAFP

Pakistán, por su parte, ha terminado de sellar su dependencia con Pekín. Más del 80 % de sus compras militares provienen de China. Los cazas JF-17, los misiles de medio alcance, los sistemas de defensa aérea, los drones de ataque: todo tiene sello chino. Islamabad ya no mira a Washington en busca de respaldo; hace años que Estados Unidos le dio la espalda, cansado de la ambigüedad del Estado paquistaní frente al terrorismo islamista. El nuevo socio —económico, diplomático y militar— es Pekín.

¿Una guerra por delegación?

Los misiles que cruzan Cachemira no llevan banderas chinas o estadounidenses, pero sus componentes sí. El equilibrio entre Nueva Delhi e Islamabad es ahora también un equilibrio entre Washington y Pekín. Y si la guerra escala, no solo estarán en riesgo las ciudades de ambos lados de la frontera, sino también las relaciones entre las dos mayores potencias del mundo.

En 2019, durante la última gran crisis entre India y Pakistán, altos funcionarios de la Administración de Donald Trump reconocieron que ambos países habían preparado sus arsenales nucleares. Solo una serie de llamadas de emergencia logró enfriar la situación. Hoy, los actores son los mismos, pero el contexto es más volátil: hay menos canales de comunicación abiertos entre Estados Unidos y China, menos confianza, menos espacio para errores.

La política exterior se mide muchas veces en lenguaje diplomático, pero pocas veces es tan clara como en este conflicto: mientras Estados Unidos, Francia y Países Bajos respaldan la respuesta india, China y Turquía han expresado su apoyo a Pakistán. Y Rusia, que solía jugar el papel de mediador, ahora apenas murmura desde la sombra.

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