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Francia y la eutanasia como cuidado paliativo

Tras cincuenta años de debates y controversias, los diputados han adoptado por primera vez un texto sobre la muerte asistida, legalizando el suicidio asistido y la eutanasia

Emmanuel Macron posando con el documento de las opciones del "fin de la vida"

Emmanuel Macron posando con el documento de las opciones del «fin de la vida»EFE

La sociedad francesa ha querido, o se ha visto obligada, a considerar el suicidio asistido como un derecho, contra el derecho a los cuidados paliativos, mitigantes. La Asamblea Nacional aprobó recientemente el proyecto de ley que establece el derecho a la muerte asistida, 305 votos a favor y 199 en contra, pese a un contundente debate y claras divisiones políticas.

El texto de ley, que ha sido expuesto como un mediador y sobre todo regulador estricto de este «nuevo derecho» para los pacientes adultos que padecen enfermedades incurables en fase avanzada, antes de pasar de manera definitiva deberá ser examinado por el Senado en el otoño de 2025, antes de su bastante posible adopción definitiva. Bajo la justificación como apariencia de humanismo y piedad, se impone una inquietante pérdida de todo sentido en momentos críticos de la existencia. La vida, desde todos sus ángulos y sentidos, vale cada día menos.

Se impone salir rápidamente de los ancianos y de los enfermos. No son lo suficientemente eficaces, y más que aportar, lo que dan es trabajo; esa es la lectura real y clara de esta ley. Son sumamente costosos para la sociedad y hay que deshacerse de ellos, enmascarar el acto final como un hecho caritativo.

Ha sido entonces en nombre de un dudoso humanismo que los diputados votaron (305 votos a favor, 199 en contra, como ya se ha dicho) el «derecho a la muerte asistida», perífrasis y ambigüedad para no aludir directamente a la eutanasia, al suicidio. A una imposición que rompe con lo espiritual para situarse únicamente en lo material, el cuerpo semejante a una maquinaria o un envoltorio hueco, el alma como inexistente.

Este derecho se refiere generalmente a la posesión de personas que padecen una enfermedad terminal o no tienen la voluntad de seguir viviendo

El «producto» o ley se vende como el derecho a morir , derecho a morir o derecho a la muerte como un concepto ético convertido en jurídico que sustenta supuestamente la libertad del ser humano, de poner fin a su vida o someterse a la eutanasia voluntaria mediante asistencia del ¿ser «humano»?

Estado legal de la eutanasia y suicidio asistido en Europa

Estado legal de la eutanasia y suicidio asistido en EuropaMapchart / El Debate

Este derecho se refiere generalmente a la posesión de personas que padecen una enfermedad terminal o no tienen la voluntad de seguir viviendo (ojo con esto), a quienes se les puede permitir y hasta sugerir terminar con su vida, rechazar un tratamiento para continuar con la vida o recurrir al suicidio asistido, la eutanasia. La cuestión de quién debería poder ejercer este derecho suele ser central en el debate. En el «suele» se esconde el demonio.

La muerte ofrecida como cuidado paliativo, sin embargo, cada día encontramos más familiares que indican que sus allegados se han ido, han muerto, bajo dolor, que no hay forma de evitarlo. Pero esto no parece importarle a nadie cuya ideología de la muerte es lo primero, lo principal, lo inevitable.

Leo en Le Figaro del 28 de mayo pasado lo siguiente: «Se trata de una «ruptura antropológica» para algunos, un «nuevo modelo francés del final de la vida» para otros. Una ley de «abandono» para los más frágiles o una ley de «libertad» para elegir la propia muerte, según los otros bandos.

Tras cincuenta años de debates y controversias, los diputados han adoptado por primera vez un texto sobre la muerte asistida, legalizando el suicidio asistido y la eutanasia. La línea roja de la prohibición de matar podría cruzarse con la inclusión de la muerte asistida en el código de salud pública.

Voto a voto

Mientras los debates luchan por agotar la vertiginosa cuestión del fin de la vida, los diputados ya han tomado su decisión. Al final de una sesión marcada en particular por las lágrimas de la ecologista Sandrine Rousseau en el podio de la Asamblea Nacional, los dos proyectos de ley sobre el fin de la vida, uno destinado a extender los cuidados paliativos (560 votos a favor, 0 en contra), y otro que inaugura la «asistencia activa al morir» (305 votos a favor, 199 en contra), fueron adoptados este martes por la tarde en la Asamblea Nacional.

«Fin de vida», «muerte asistida», llámenlo como quieran, pero se trata de desproteger a los más débiles, como lo son en definitiva los enfermos. Es una puerta odiosa que se abre, una más, en contra del existir y de la compasión frente al padecimiento.

Las «dudas morales» se han interpuesto, como es natural dentro de la polémica, sobre los efectos antropológicos en una sociedad depredadora, tal como se ha dicho.

Ojo al dato también, por la Ley votaron mayormente los comunistas, los socialmacronistas, y vaya sorpresa, numerosos miembros de Agrupación Nacional.

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