Marco Rubio le habla a los cubanos: así impulsa la Administración Trump el apoyo a la oposición en la isla
Marco Rubio es cubanoamericano, tiene todo el derecho de enviar desde el cargo palabras de sostén moral a los ciudadanos más olvidados y abandonados a nivel internacional de este planeta
El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, en la Ciudad de Guatemala
El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, ha enviado un mensaje a todos los cubanos de la isla a través de un vídeo que se mostró en la Oficina de Intereses de Estados Unidos en donde el encargado de negocios, Mike Hammer, está haciendo un trabajo encomiable de acercamiento a los cubanos de a pie. El vídeo fue estrenado con la presencia de unos cuantos opositores y periodistas independientes. Sin lugar a duda, el vídeo ha sido una deferencia con el pueblo que el 11 y 12 de julio del 2021 se alzó masiva y pacíficamente en las calles del país reclamando libertad, patria y vida. En el video, a mi parecer, se dice poco, pero siendo quien es Marco Rubio, hijo de cubanos, y al ostentar el cargo que ocupa, el impacto es bastante positivo. Es cierto que otros han enviado mensajes más duros y contundentes contra la tiranía social-comunista, pero algo es algo, y los cubanos nos hemos acostumbrado, al no recibir nada o poco, que lo que nos tiren, sea lo que sea, no es sólo es válido, es más que suficiente.
Como podrán suponer enseguida las turbas castristas se llenaron la boca para condenar el mensaje, argumentando que se trataba de un mensaje injerencista. O sea, la tiranía más injerencista de la región y una de las más injerencistas del mundo, reaccionó con la respuesta raquítica y mediocre con la que ido anestesiando y embruteciendo a los cubanos durante casi siete décadas. ¿Injerencia de qué? Marco Rubio es cubanoamericano, tiene todo el derecho de enviar desde el cargo y la misión que ejerce a enviarle palabras de sostén moral a los ciudadanos más olvidados y abandonados a nivel internacional de este planeta.
‘Marco Rubio le habla a los cubanos’, al elegir este título me acordé de aquel artículo en broma que escribió otro cubano, que fue profesor universitario de Bill Clinton, Luis Enrique Aguilar León (1925-2008), titulado ‘El Profeta le habla a los cubanos’, lo pueden googlear. El mensaje de Rubio no tiene nada que ver con el tono jocoso del artículo de Aguilar León, pero sí he notado un atributo profético, esperanzador.
La peculiaridad de este breve mensaje se basa en que se centra en los cubanos, que se dirige a ellos, e ignora lo que hay que ignorar: la tiranía. No se frena en el hoy, sitúa a los destinarios en el futuro. Un futuro cercano pleno de libertad. Pensé, después de reflexionar, que tal vez esa es la vía, retomar como referente el futuro, un futuro muy distinto al que nos impusieron los castristas, ubicarnos en el futuro en el que un triunfador cubano de origen como Marco Rubio ha querido ubicarnos.
Confieso que yo ya con Estados Unidos estoy curada de espanto, que sólo creo en que se produzca un milagro; estoy convencida que el milagro sucedió aquel 11 y 12 de Julio del 2021, pero también creo, fervientemente, en que los milagros se repiten, y que éste podría volver a acontecer, y pudiera ser el definitivo. Marco Rubio inspira, trasmite su fe a los cubanos, les habla, y aunque me hubiera gustado que la dureza se trasluciera en su discurso, tal vez su estilo cale más en el alma de los ciudadanos de la isla, hambrientos también de espiritualidad y de una fuerza mayor desde el sosiego que los acompañe.
Banderas de Cuba y Estados Unidos en una protesta de exiliados cubanos en Miami
Pudieran pensar que estoy siendo cínica, nada más lejos de mí de esa posición. Sé que los cubanos padecen hambre real, que carecen de todo, pero también conozco que desde mucho antes del 11J los cubanos necesitaban que se las hablara distinto a como se dirigieron a ellos los tiranos de ese régimen, ninguneándoles la inteligencia, despreciándoles.
Es probable que no sea ahora, nadie sabe cuándo volverá a suceder, pero los cubanos han recibido el abrazo de unas palabras, la protección de una promesa, esperando que quien las pronunció, cuando vuelvan a dar la muestra de coraje y valentía anhelados, esa promesa, esas palabras, no hayan sido pronunciadas en vano, y que Estados Unidos por fin cumpla y respete la garantía, el augurio, la esperanza de un hijo suyo, de América y de Cuba.
Suelo ser bastante crítica con los políticos, una vez me juré que jamás aplaudiría a ninguno, había escapado de mi país harta de ver a los corderos aplaudiendo a un orate. Sin dejar de cumplir con mi pronóstico personal, he vuelto a tener confianza al oír a Santiago Abascal en CEU, acompañado del poeta Enrique García Máiquez. Ambos crearon mediante una conversación, algo muy luminoso, un espacio de fe, una conversación circular.
Con el mensaje de Marco Rubio, aunque no batió mis expectativas demasiado solícitas, exigentes y enérgicas, puedo sin embargo afirmar que un soplo tranquilizador y esperanzador colmó y alivió una pena muy dentro y honda en mí. Ojalá el pueblo cubano lo haya recibido de la misma manera, también los cubanos descreídos, porque sobre todo para ellos creo que ha ido el mensaje. Para ellos también habló el Secretario de Estado, que ha sabido cómo llegar a dónde llegó, desde un hogar humilde, sin tener que lamerle el odio a los criminales castristas.