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En primera líneaVajk Farkas

Elecciones checas: lágrimas en Bruselas, sonrisas en Budapest

Con la más que posible vuelta de Babiš al Gobierno checo, la nueva fuerza política de Patriotas por Europa –con Abascal como presidente– cobra más peso aún en Europa

Tras el regreso de Donald Trump, otro giro político en rumbo similar —esta vez como resultado de las elecciones checas. Andrej Babiš vuelve a triunfar en uno de los países más pintorescos y desarrollados de Europa Central. Los dos políticos han tenido un regreso parecido: demonización por parte de los globalistas, procesos judiciales, incluso ataques físicos. Y, sobre todo, una victoria histórica. En la democracia checa, nunca una fuerza política había logrado semejante apoyo parlamentario como ahora logra Babiš. No tiene mayoría absoluta, pero parece muy improbable que no vaya a formar gobierno.

Petr Fiala, el primer ministro saliente, caía bien a los que hoy dictan en Europa: Von der Leyen y sus aliados. Ha seguido sin fisuras las directrices de estos líderes. Ahí está la clave de su derrota, que alberga lecciones para Europa también. ¿Qué ha causado la derrota del gobierno actual? En gran parte, la crisis de los precios de la energía. Para Chequia, como para todos los países del antiguo bloque soviético, Rusia ha sido un gran suministrador. Como consecuencia de la guerra en Ucrania, y de las respuestas europeas casi nunca acertadas, Praga fue la primera capital en dejar de comprar energía rusa barata. Resultado: aumento brutal del coste de los suministros energéticos que afecta a la industria y a los hogares. A Babiš –como a Orbán– se le tacha de 'pro-Putin'. Su victoria demuestra lo ineficaz de ese sambenito: defender el suministro de energía rusa es una cuestión de sentido común económico, sobre todo para los países sin salida al mar, sin muchas alternativas. Por no mencionar la hipocresía que esconde la etiqueta de 'pro-Putin' de parte de aquellos que hoy compran un 67 % más de gas licuado ruso que antes de la guerra.

Pero volviendo a la campaña checa, aparte de la crisis del costo de la vida, ha jugado a favor de Babiš su oposición al Pacto Verde que está destrozando la industria checa, su rechazo a la introducción del euro, y su plan para atajar las consecuencias del gran número de refugiados ucranianos. La República Checa ha acogido más de trescientos mil, el mayor número en Europa en proporción a su población –siendo el país eslavo más occidental– lo cual desencadena, inevitablemente, problemas sociales. Todo ello conllevó que los compatriotas de Kafka, Hrabal y Kundera decidieran volver a apostar por Babiš, cuyo primer gobierno quedó en la memoria colectiva como buen gestor y generador de prosperidad. Todo ello, en contra de la voluntad de Bruselas.

Los checos han votado contra las políticas que Bruselas quiere imponer

El potencial siguiente primer ministro no va a ejecutar obedientemente todas esas directrices. En temas de inmigración ilegal, ideología de género o Pacto Verde se opondrá a los planes federalistas, como también lo hará a la adhesión de Ucrania a la UE, que por cierto, von der Leyen y compañía instrumentalizan para avanzar en ese mismo diseño federalizante. Tampoco está Babiš a favor de despilfarrar sin miramientos el dinero de los europeos en Ucrania. La UE ya habría gastado en la guerra, según cálculos, entorno a 176.000 millones de euros, y la actual propuesta de la Comisión destinaría hasta la cuarta parte del presupuesto europeo interanual.

Es clave, además, el Grupo de Visegrado en esta lucha –que no es contra Europa, nada que ver, sino contra el liderazgo actual de la UE, el cual en vez de tratar los problemas más acuciantes de Europa, como el declive económico y la falta de competitividad que sufrimos, concentra toda su energía en un proyecto federalizante. Visegrado puede servir como instrumento de nuevo. Esta alianza de Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría aún existe, aunque sin gran eco en los últimos años por el desacuerdo político-ideológico entre los gobiernos en cuestión. Lo cual está cambiando. De los cuatro, tres son de nuevo aliados, y en el cuarto, Polonia, el presidente de la República también lo es, contra la voluntad del jefe de gobierno, Donald Tusk. Pero Visegrado es un claro escenario de que los vientos están cambiando en favor de los patriotas europeos –de las fuerzas que abogan por una Europa de las naciones.

Aumenta, de este modo, el peso político de Patriotas por Europa. La nueva formación conservadora, que se formó después de las últimas elecciones europeas promovida precisamente por Babiš, entre otros lideres, se ha consolidado como la tercera fuerza en la Eurocámara. Con Babiš lograrían, aparte del húngaro Orbán, un segundo jefe de ejecutivo en el Consejo Europeo, donde se toman las decisiones más transcendentales. Se trata de un claro aumento de influencia para Patriotas por Europa, donde también se integra VOX. No es un avance insatisfactorio para un partido europeo nuevo, también teniendo en cuenta que los conservadores de ECR se quedarían con dos jefes de ejecutivo, mientras que los socialistas se mantienen en tres.

Otro dato curioso: el resultado en Chequia deja a su Cámara de Diputados sin partido de izquierda. Fenómeno que podría ocurrir en Hungría también en 2026. En Polonia, la izquierda ya tiene una representación parlamentaria muy marginal. Pero la evolución formal en escaños esconde la resiliencia del viejo orden: mientras tanto, los partidos miembros del Partido Popular Europeo siguen sustituyendo a la izquierda, sobre todo en las cuestiones ideológicas.

En resumidas cuentas: en Bruselas no ha gustado el resultado de las elecciones checas. Saben que supone un desafío para sus planes de construcción de un Estado Federal Europeo, donde esperan que los gobiernos sean meros ejecutores de sus decisiones. Pero los electorados piensan y votan de otra manera. Éste es el mensaje de las urnas checas para Europa. Ya veremos qué nos dicen las elecciones holandesas de finales de octubre, donde otra victoria patriota parece inevitable.

  • Vajk Farkas es director de la Oficina de Madrid del Centro de Derechos Fundamentales
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