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Un marroquí alza una imagen del rey Mohamed VI mientras la gente celebra la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU

Un marroquí alza una imagen del rey Mohamed VI mientras la gente celebra la decisión del Consejo de Seguridad de la ONUAFP

Marruecos  Mohamed VI, a un paso de lograr lo que su padre Hassan II soñó cuando lanzó la Marcha Verde sobre el Sáhara

A una semana de conmemorar el 50 º aniversario de la invasión marroquí de la exprovincia española, el Consejo de Seguridad de la ONU otorgó a Marruecos una gran victoria diplomática al avalar, el pasado viernes, su plan de autonomía para el territorio

«Abrimos un nuevo capítulo victorioso en el proceso de consagración de la marroquinidad del Sáhara». «Estamos viviendo un momento crucial y un punto de inflexión decisivo en la historia del Marruecos moderno: a partir de ahora, habrá un antes y un después del 31 de octubre de 2025», prorrumpió el pasado viernes el Rey de Marruecos, Mohamed VI, en un breve discurso televisado, donde apareció junto con su hijo y príncipe heredero, Mulay Hasán, y su hermano y segundo en la línea de sucesión, Mulay Rachid. Poco antes, una votación en el seno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en Nueva York, avaló el plan de autonomía del reino alauí como base para poner fin al conflicto del Sáhara Occidental.

Así, y casi una semana antes de cumplirse el 50º aniversario de la Marcha Verde –en la que el padre del actual monarca, Hasán II, lanzó su invasión del Sáhara Occidental ante la retirada española de su provincia número 53–, el Consejo de Naciones Unidas, por la presión de Estados Unidos, dio el último espaldarazo a los objetivos que se marcó el difunto monarca alauí en noviembre de 1975. Con 11 votos a favor, tres abstenciones y ninguno en contra –Argelia, aliado del Frente Polisario, se ausentó–, prorrogó un año más la misión de la MINURSO para el Sáhara Occidental y estableció como base de las negociaciones para ese territorio la propuesta de autonomía marroquí de 2007.

En este sentido, la resolución, impulsada por Washington, mantiene abierta la puerta a «cualquier sugerencia constructiva de las partes en respuesta» al plan de Rabat, que no detalla cómo sería esa «región autónoma del Sáhara». Marruecos propuso hace ahora 18 años que la antigua provincia española contara con cierta libertad y competencias en áreas administrativas, judiciales y económicas, mientras otros asuntos de Estado –como la defensa, la política exterior, la moneda, la bandera o la religión– quedarían bajo control de Rabat. Cinco décadas después de la Marcha Verde y, por tanto, del inicio del conflicto en el Sáhara Occidental entre Marruecos y el Frente Polisario –apoyado por Argelia y que aboga por la autodeterminación del pueblo saharaui–, este parece tener sus días contados, con Rabat imponiéndose como el claro vencedor.

Mohamed VI está decidido a terminar la misión que inició su padre y, para ello, no ha dudado en amenazar, atosigar y amedrentar a sus aliados en Europa para lograrlo. Una política exterior vehemente que ha acabado surtiendo efecto. El Gobierno de Pedro Sánchez, y por tanto España, reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara en marzo de 2022; dos años después, en julio de 2024, Francia hizo lo propio, y en junio de 2025 también el Reino Unido mostró su respaldo al plan de autonomía de Rabat para la antigua provincia española. Pero, sin duda, el mayor apoyo para el monarca alauí ha sido el del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien durante su primera Administración –y ya con un pie fuera de la Casa Blanca– decidió que su última proclama sería reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara.

A cambio, como toda negociación que lleve impreso el sello del republicano, Rabat entraba a formar parte del exclusivo grupo de países árabes –Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Sudán– que habían normalizado relaciones con Israel durante su mandato, bajo los denominados Acuerdos de Abraham. Con la vuelta de Trump al seno del poder en Washington, Mohamed VI ve cómo su plan está cada vez más cerca de hacerse realidad. El monarca, en su discurso del pasado viernes –que llamó la atención por su tono de voz cansado, en ocasiones ininteligible–, se comprometió a «actualizar y detallar» la iniciativa marroquí de autonomía para «su posterior presentación» ante la ONU.

Los marroquíes celebran la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU, en Rabat

Los marroquíes celebran la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU, en RabatAFP

Además, el monarca alauí llamó a «nuestros hermanos de Tinduf –los refugiados saharauis en campamentos en Argelia– a aprovechar esta oportunidad histórica que ofrece la iniciativa de la autonomía para reencontrarse con los suyos». La resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se celebró en Marruecos como si su selección de fútbol hubiese ganado el Mundial. Miles de marroquíes se echaron a las calles de todo el país, con la bandera, para expresar su alegría. Para Rabat, lo ocurrido el pasado viernes en Nueva York es de tal importancia que Mohamed VI ha instaurado de manera oficial un nuevo día nacional, denominado la Fiesta de la Unidad, que se celebrará cada 31 de octubre, coincidiendo con la fecha en la que la ONU respaldó si plan de autonomía para el Sáhara.

Se trata del primer día nacional establecido por Rabat desde 1979, año que conmemora la Marcha Verde sobre la antigua provincia española. Actualmente, Marruecos controla el 80 % de este territorio frente al 20 % en manos del Polisario. A diferencia de otros años, este jueves el monarca no tiene previsto pronunciar su habitual discurso oficial. Por su parte, el Frente Polisario ha rechazado frontalmente participar en cualquier tipo de negociación que, según denuncian, «legitime la ocupación marroquí».

«El Frente Polisario afirma que los enfoques unilaterales que buscan sacrificar el Estado de derecho, la justicia y la paz por intereses políticos a corto plazo no harán sino agravar el conflicto», advirtió el movimiento independentista saharaui a través de un comunicado. Mientras el conflicto se enquista, miles de refugiados –se calcula que unas 173.600 personas– malviven desde 1976 en los campamentos de Tinduf, en Argelia, en una situación humanitaria cada vez más precaria.

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