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Pete Hegseth, secretario de Defensa del Pentágono

Pete Hegseth, secretario de Defensa del PentágonoAFP

La izquierda estadounidense busca acorralar a Pete Hegseth, el polémico jefe del Pentágono

Los ataques a lanchas y la filtración de un chat le sitúan en el ojo del huracán

De entre todas las personas que el presidente estadounidense, Donald Trump, escogió para formar su Gabinete en este segundo mandato, quizás el nombramiento más sorprendente fue el de Pete Hegseth como secretario de Defensa (y, en consecuencia, jefe del Pentágono). Antiguo comentarista político en la cadena Fox News, Hegseth, durante la primera Administración Trump, ya fue considerado para dirigir el Departamento de Asuntos de los Veteranos de los Estados Unidos –él mismo participó en la Guerra de Irak–, pero muchos consideraban que un cargo de tanta enjundia le quedaba grande.

11 meses de trabajo después, su figura sigue despertando una enorme polarización. Después de cambiar el nombre del Departamento de Defensa a Departamento de Guerra, su figura ha ganado notoriedad en los últimos meses con los ataques a lanchas en el Caribe y el Pacífico, que han dejado más de 80 muertos bajo lo que Washington considera una «guerra contra el narcotráfico» y que ha colocado al dirigente venezolano, Nicolás Maduro, en el centro de la diana.

Precisamente en un ataque de esos surgió la gran polémica. El pasado 2 de septiembre, Estados Unidos, como viene siendo costumbre, atacó una lancha de presuntos narcotraficantes en el mar Caribe. Sin embargo, a diferencia de otros ataques, dos personas lograron sobrevivir y se quedaron aferrados a los restos de la tripulación, tras lo cual se lanzó un segundo ataque que acabó con sus vidas.

«Si los informes son ciertos, entonces se cometió un crimen de guerra», afirmó entonces el congresista demócrata Ted Lieu, sumándose a las críticas de otros políticos como Sam Liccardo y Seth Moulton, congresistas por California y Massachussets respectivamente, que también aseguraban que las acciones llevadas a cabo por el Pentágono eran «totalmente ilegales».

La polémica creció como la pólvora y obligó a Karoline Leavitt, portavoz de la Casa Blanca, a actuar. En una rueda de prensa la semana pasada, Leavitt confirmó que ese segundo ataque había existido, pero que no era responsabilidad de Hegseth, sino que la orden venía del almirante Frank Bradley, un militar con más de 30 años de carrera. «Bradley actuó con eficacia, dentro del marco de su autoridad y de la ley que regulaba la operación para garantizar la destrucción del barco y la eliminación de la amenaza para Estados Unidos», le defendió.

QUANTICO, VIRGINIA - SEPTEMBER 30: U.S. Secretary of War Pete Hegseth speaks to senior military leaders at Marine Corps Base Quantico on September 30, 2025 in Quantico, Virginia. In an unprecedented gathering, almost 800 generals, admirals and their senior enlisted leaders have been ordered into one location from around the world on short notice.   Andrew Harnik/Getty Images/AFP (Photo by Andrew Harnik / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / Getty Images via AFP)

Pete Hegseth, jefe del PentágonoGetty Images via AFP

Situado de repente en el ojo del huracán, Bradley tuvo que comparecer el pasado jueves ante los comités de las Fuerzas Armadas del Senado y la Cámara de Representantes, donde negó haber dado la orden de matar a los supervivientes. Mientras tanto, crece la presión para que la Casa Blanca publique las imágenes y el vídeo que puedan ayudar a esclarecer los hechos. Donald Trump, que la semana pasada afirmó que compartiría esos documentos, se echó atrás este lunes y le pasó la responsabilidad a Hegseth. «Lo que quiera hacer me parecerá bien», afirmó. Por si fuera poco, el diario The Hill echó más leña al fuego y publicó un reportaje afirmando que el 2 de septiembre se lanzaron hasta cuatro ataques contra la misma lancha para asegurarse de que no había supervivientes.

Mientras, los congresistas demócratas trabajan a contrarreloj en una legislación que obligaría al jefe del Pentágono a compartir las imágenes y se espera que la Cámara de Representantes, con una ajustada mayoría republicana, vote la propuesta esta semana.

El escándalo de Signal

Si a Al Capone le tumbaron los impuestos, lo que esperan los demócratas, si no consiguen incriminar a Hegseth por sus ataques en el Caribe, es que al jefe del Pentágono le haga caer el otro gran escándalo que le acorrala: la difusión de un chat privado que contenía información militar clasificada.

Los hechos se remontan al pasado mes de marzo, cuando el periodista Jeffrey Goldberg, de la revista The Atlantic, fue incluido por error en un chat grupal de la aplicación Signal donde estaba el propio Hegseth, el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance y el consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, entre otros. En ese chat, los altos cargos de la Administración Trump discutieron los planes sobre el ataque que estaban a punto de llevar a cabo contra los hutíes de Yemen, con detalles muy concretos sobre la operación.

Ahora, meses después, un comité independiente del Pentágono ha concluido que Hegseth violó las normas militares al compartir información clasificada en dicho chat, aunque también aseguran que Hegseth cuenta con la «autoridad de clasificación original» y tiene potestad para desclasificar información de inteligencia según su criterio.

El caso, sin embargo, ya provocó el despido en su día de Mike Waltz, creando un precedente que podría hacer temblar a Hegseth, un jefe del Pentágono famoso por sus extravagancias como la del pasado mes de septiembre, cuando convocó a más de 800 militares de alta graduación para una reunión extraordinaria que, finalmente, se limitó a un discurso suyo asegurando que no permitiría ni gordos ni barbudos en las filas del Ejército.

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