Emisiones
Las bajísimas cuotas de electrificación que muestran algunos mercados europeos como el español o el italiano junto con el parón de matriculaciones eléctricas registrado en Alemania o Francia han provocado que Bruselas se haya visto obligada a escuchar las voces que claman por una marcha atrás en materia de electrificación.
Compradores y algunos fabricantes abogan ya por un frenazo en el proceso de electrificación, que no una marcha atrás, algo que a día de hoy parece inviable.
En este contexto el sector del automóvil espera que Bruselas mueva ficha con un mensaje que no sea contrario al coche eléctrico pero sí favorable a los coches de combustión, que se convertirán próximamente en cero emisiones gracias a los combustibles renovables (que no tienen nada que ver con los sintéticos).
Con este panorama la hoja de ruta de Bruselas ya está escrita. Lógicamente el Parlamento Europeo no va a mover ficha antes de las elecciones de junio, pues la legislatura se considerada acabada y nadie entendería una marcha atrás en el proceso de electrificación que inició hace ya unos años.
Es por ello que cualquier decisión a favor de los coches de combustibles llegará después de verano, con el nuevo Parlamento constituido y en el que los verdes podrían perder peso de manera importante.
Pero hay una fecha límite en la que Europa se comprometió a hacer balance sobre los resultados de un proceso iniciado ya hace dos años: 2027, año en el que se pondrá sobre la mesa la evolución de los coches eléctricos, la de los vehículos de combustión y la mejora que debería haber registrado la calidad del aire de las ciudades de más de 50.000 habitantes, las más afectadas por las prohibiciones a la circulación.
Es por ello que el año 2027 está subrayado en rojo en los calendarios de los Gobiernos de toda Europa y en los despachos de dirección de los fabricantes de coches, pues aunque la electrificación es una locomotora sobre vías de ferrocarril que no puede cambiar el rumbo, sí permite acelerar o frenar.
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