María Wittner (1936-2022)

Una heroína en el Budapest revolucionario

Sublevada desde el primer día padeció una represión feroz, pero en democracia se convirtió en diputada por el Fidesz

Nació el 9 de junio de 1937 en Budapest, ciudad en la que ha fallecido el 14 de septiembre de 2022

María Wittner

No conoció a su padre, fue abandonada dos veces por su madre y empezó muy pronto a trabajar como estenotipista. Su compromiso con la Revolución húngara le valió una estancia de trece años en la cárcel.

María Wittner participó en la manifestación espontánea del 23 de octubre de 1956 en pleno centro de Budapest que supuso el inicio de la Revolución húngara. Después, junto con el resto de los rebeldes, acudió a la sede de la radio pública para que fueran leídas sus reivindicaciones. Como a ella y a sus compañeros les fue denegada la entrada, lograron asaltar el edificio, pese a los disparos indiscriminados efectuados por la policía política. Fue uno de los momentos cumbre de aquella épica quincena.

Al día siguiente, en compañía de una amiga, ayudó a transportar a los heridos en los enfrentamientos de la avenida Corvin, antes de unirse a las revueltas de la calle Vajdahunyad. En este último episodio, la hazaña consistió en ocupar la comisaría del Décimo Distrito para conseguir armas. Así vivió la joven ciudadana su heroicidad hasta el 4 de noviembre, fecha del inicio de la feroz invasión soviética de Hungría, cuando fue herida por un tiro de metralla.

Fue el inicio del particular calvario de una Wittner sobre la que no tardó en proyectarse la represión: al ser dada de alta, fue detenida en su primer intento por abandonar el país. En el segundo pudo cruzar la frontera austriaca, pero, inexplicablemente, volvió a Hungría, donde fue encarcelada, enjuiciada y condenada a muerte en julio de 1958 por «participar en la organización armada para derrocar al Gobierno, varios cargos de intento de asesinato, robo a mano armada y deserción». Nada menos.

La pena fue conmutada al cabo de un año en cadena perpetua. Wittner podría haber sido una de las beneficiarias de la primera amnistía de 1963; más tuvo que esperar hasta marzo de 1970 para obtener la libertad condicional. De vivir entre barrotes lo que tenía que haber sido, por motivos generacionales, su mejor época, pasó a ganarse la vida como costurera y limpiadora, hasta que a la edad de 43 años le fue concedida una pensión de invalidez.

Sus ideales jamás flojearon y la instauración de la democracia le hizo justicia: primero con la vicepresidencia de la Asociación de Ex Presos Políticos de Hungría, más adelante con la Gran Cruz de Orden del Mérito y, entre 2006 y 2014, con un escaño en las filas del Fidesz, la formación conservadora encabezada por el actual primer ministro Viktor Orban, que le ha rendido un merecido homenaje.

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