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26 de abril de 2024

Pitty Baena

Pitty Baena (1933-2022)

Una española de raza

Fue siempre una abnegada e inteligente esposa y una madre de bandera para todos sus hijos, a quienes educó con cariño e inmensa dedicación

Pitty Baena icono
Nació el 12 de Febrero de 1933 en Madrid, donde ha fallecido el 25 de Septiembre de 2022

Pilar Baena Boza

Madre de familia

Fue una madre de familia ejemplar, que dedicó su vida a los suyos. Tuvo una dilatada vida llena de múltiples aventuras y experiencias pero marcada por la sobriedad y la falta de protagonismo que siempre acreditó.

No es fácil escribir una nota necrológica de quien no ha sido artista famosa, ni una destacada escritora ni, por supuesto, una política de relumbrón. Pitty Baena, a quien el martes hemos dado sepultura en la Cripta de la Almudena, fue simplemente una esposa ejemplar, una sacrificada madre de familia y una española de raza que no es poco. Nos deja, pues, ejemplo de mujer excepcional y un recuerdo, para todos los que la conocimos y tratamos, difícil de olvidar.
No está mal que de vez en cuando se haga elogio de tantas y tantas esposas y madres de familia que con su dedicación y esfuerzo, siempre en la sombra y calladamente, han ido poniendo los cimientos de la mejor sociedad española del último siglo.
Pitty Baena, como siempre se la conoció, era la segunda hija del ilustre abogado madrileño Angel Baena Oria y de su mujer, Carmen Boza. El matrimonio tuvo seis hijos siendo Pitty la segunda de las niñas. Según se cuenta en los mentideros de la capital, las Baena llamaron siempre la atención por su extraordinaria belleza, haciendo furor en los años 50 durante sus paseos por la Castellana. Sus pretendientes –dícese– que hacían cola en el portal de la Plaza de Colón nº 1 donde vivían aquellas criaturas. Eran los tiempos en que la Castellana era el paseo preferido para dejarse ver los jóvenes de la época.
En uno de esos paseos supongo que mi hermano Jaime debió de fijarse intensamente en Pitty porque pronto se hicieron novios. Pitty fue siempre una chica cañón, lo más parecido a Grace Kelly que yo haya conocido. Después de un largo noviazgo, pues ambos eran muy jóvenes, Pitty y Jaime decidieron casarse y de forma apresurada, apenas sin viaje de novios, partieron para La Habana donde Jaime iba a desempeñar la representación del Banco Popular en el área del Caribe. Allí vivieron sus primeros años de casados coincidiendo con la Revolución Castrista antes de regresar definitivamente a España. Ellos nos contarían las múltiples andanzas de aquellos años de la Revolución que, aunque al principio estuvieron llenos de ilusión, acabaron poco tiempo después en un verdadero fiasco.
En su regreso a Madrid el feliz matrimonio iría formando una estupenda familia de cinco hijos, cuatro niñas y un chico, su hijo mayor Antonio que ha venido haciendo una brillante carrera de consultor y analista político.
Fueron –se podría decir– los felices años 60 y 70 en los que España daría un salto descomunal de progreso social y económico. Pitty y Jaime se instalaron por aquel entonces en una colonia de chalets de nueva planta en la localidad de Aravaca teniendo como curiosos vecinos a los Garrigues –Joaquín y Mercedes– y a los de la Mata –Enrique y Mary, hermana de nuestra protagonista– que acabarían siendo años después mis propios suegros. Casualidades de la vida.
Esos chalets de Aravaca fueron testigos de múltiples conciliábulos políticos donde se diseñaría algunos de los trazos fundamentales de la Transición Democrática. Enrique de la Mata estaría en el primer Gobierno de Adolfo Suárez y Joaquín y yo mismo coincidiríamos en la Mesa del Consejo de Ministros tras de las primeras elecciones democráticas de 15 de junio de 1977. Ni Jaime ni Pitty, a diferencia de quien esto escribe, tendrían vocación pública, si bien ambos mantuvieron una permanente proyección hacia el mundo internacional dadas las relaciones que mantenía mi hermano con el mundo financiero norteamericano. Mientras Jaime pasaba largas temporadas recorriendo distintos países del continente americano Pitty fue siempre una abnegada e inteligente esposa y una madre de bandera para todos sus hijos, a quienes educó con cariño e inmensa dedicación.
Pitty ha tenido una dilatada vida llena de múltiples aventuras y experiencias desde la sobriedad y falta de protagonismo que siempre acreditó. Se ha encontrado razonablemente bien hasta el final aunque no le hayan faltado algunos sobresaltos y achaques en los últimos años dada su avanzada edad. Ha muerto de forma inesperada en brazos de su hijo Antonio mientras almorzaba en su casa debido a un triste accidente doméstico que no dio tiempo a solucionar pero que estamos seguros condujo a Pitty directamente a Dios Nuestro Señor.
Todos los que la conocimos y tratamos la querremos siempre y nunca la podremos olvidar.
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