Pedro Temboury Redondo (1966-2023)

Arquitecto y aventurero

Dotado de una gran simpatía natural, se interesaba por casi todo de forma apasionada, teniendo una extraordinaria capacidad para nuevos proyectos vitales en los que involucraba a propios y extraños

Nació en Nueva York el 5 de junio de 1966 y falleció en Shangai el 8 de diciembre de 2023

Pedro Temboury Redondo

Hay destinos singulares siendo español, como es el de nacer en Nueva York y morir en Shangai. Que en tus funerales de católico de profunda fe se deslice algún rito budista en China y un rezo en una mezquita al paso de tu féretro por Estambul, recibido y velado con inmensa tristeza por un gran amigo turco y por su hermano desconsolado, Miguel.

Pedro Temboury Redondo, hijo del embajador Pedro Temboury de la Muela y nieto del fundador de las JONS, Onésimo Redondo Ortega, falleció de un infarto fulminante en China el 8 de diciembre de 2023, día de la Inmaculada Concepción.

Arquitecto de oficio y de pasión, entre sus obras figuró la dirección de proyecto de la restauración de la Lonja de Comercio, uno de los edificios principales de la Habana, en colaboración con Orestes del Castillo, arquitecto cubano. Durante dos años trabajó en la recuperación de la elegante traza del edificio de principios del siglo XX, que albergaría la Oficina del Historiador, y sería el primer edificio conectado moderno, en una Cuba sumida en la carestía del llamado periodo especial. Aprendió las líneas maestras de restauración del patrimonio histórico artístico de la Habana, que estuvieron marcadas por Eusebio Leal, el historiador de la Habana Vieja, a quien le unió una gran amistad.

Trabajó después desarrollando proyectos inmobiliarios en Acciona, Aguirre Newman, Rodamco y Hill International. Impartió conferencias sobre el patrimonio y la herencia constructiva histórica española en Tokio y Quito. En su propio estudio de arquitectura diseñaba viviendas particulares e impulsó un grupo de regeneración urbana, contando con otros arquitectos españoles de gran talento.

Sus pasiones fueron el mar y la montaña. Ya muy joven, en Costa de Marfil, construyó su propia tabla de windsurf, que allí se practicaba en lagunas donde los lugareños pretendían ver cocodrilos. En verano era habitual verle subido a una tabla de windsurf en Tarifa, o a un catamarán navegando por el mar de Alborán. Después llegaron sus aficiones por el esquí, el alpinismo y el ciclismo fuera de pista. Hizo los míticos Chamonix-Zermatt y Oberland en esquí de travesía. Ascendió el Mont Blanc, el Cervino y el Jungfrau en los Alpes, y el Naranjo de Bulnes, el Aneto, el Monte Perdido, y el Mulhacén entre otros muchos, con amigos entusiastas de las cimas, como él.

Su interés por la construcción y el patrimonio le hicieron también un apasionado de la historia, en especial la de España, la de Roma y la de la Hispanidad. Era un contertulio habitual de grupos hispanistas emergentes, y un polemista siempre ágil y dispuesto a cuestionar ideas preconcebidas y a reivindicar la obra española en el mundo.

Dotado de una gran simpatía natural, se interesaba por casi todo de forma apasionada, teniendo una extraordinaria capacidad para nuevos proyectos vitales en los que involucraba a propios y extraños. Su entusiasmo y su vitalidad están condensadas, según sus hijos Pedro y Juan, de 20 y 17 años en la frase: «¿De qué estáis cansados, niños?». Siempre desbordante de amor por la naturaleza y por la belleza de la obra del Creador, vivió su Fe con entereza en los momentos difíciles y siempre supo que la religión era el principal pilar de su vida.

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