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25 de abril de 2024

Pecados capitalesMayte Alcaraz

Carnaza contra la Iglesia

Es de aurora boreal que Arnaldo Otegi, uno de los impulsores de esta operación contra la Iglesia, junto a Sánchez, Belarra y Rufián, haya sentido esta tan fuerte pulsión por la defensa de la infancia tan tarde, teniendo en cuenta que la banda terrorista en la que militó asesinó a 22 niños y dejó huérfanos a miles de críos

Actualizada 04:35

Para nuestra desgracia, y por culpa del sectarismo de la izquierda, en España ya no hay causas universales que defender por encima de la ideología, sino argumentos usados sectariamente para llevarse por delante instituciones y valores que son parte consustancial de nuestra vida colectiva. Ha pasado con la Monarquía y pasa con la Iglesia católica y la pretendida persecución de la pederastia. Aquí, como en el caso de nuestra Monarquía constitucional, importa el qué, el cómo y el quién. Que si importa…
Qué.–El abuso de los menores es quizá el delito más repugnante que tipifica el Código Penal. Tal vileza debe ser perseguida sin descanso hasta el enjuiciamiento de sus autores. Es más, el Estado y sus legisladores tienen la obligación de aplicar protocolos y legislar para evitarlos y, en todo caso, paliar, desde el punto de vista asistencial, psicológico y social, las consecuencias en los más indefensos de una agresión tan abyecta. En nuestro país, esa violencia que afecta anualmente a más de 1.000 niños, es frecuentemente ejercida en el ámbito familiar y ha crecido exponencialmente a causa del ciberacoso, por lo que las cifras reales superan desgraciadamente con creces las estadísticas oficiales.
Cómo.–La causa de los niños abusados por algunos miembros de la Iglesia católica debe defenderse como una obligación moral indubitada. De hecho, el propio Papa Francisco lo ha hecho y ordenado su denuncia y completa erradicación. Pero en España las causas más nobles terminan siendo la carnaza ideológica de una izquierda que lo primero que hace es montar una comisión en el Congreso, como providencia para encauzar su sectarismo hacia un acoso general contra la Iglesia católica. A esa izquierda oficial y mediática le importa mucho más la propaganda contra una institución, cuya labor asistencial y humanitaria es imprescindible para llegar a rincones de necesidad donde el Estado no lo hace, que la protección de los pequeños. Si de verdad se pretendiera poner coto al abuso infantil, los partidos que quieren convertirlo en un circo no fijarían su interés en la Iglesia como institución (conviene recordarles que los delitos los cometen las personas, no las organizaciones) sino que atenderían la propuesta del PP para que el foco alumbrara a todos los abusos infantiles, al margen de quien los practicara. Precisamente es la izquierda la que ha aprobado una Ley Orgánica de Protección Integral de la Infancia. Pero donde puso integral, quiso decir sesgada.
Quién.–Que Bildu esté detrás de esta ofensiva política y judicial ya induce a la desconfianza. Es de aurora boreal que Arnaldo Otegi, uno de los impulsores de esta operación contra la Iglesia, junto a Sánchez, Belarra y Rufián, haya sentido esta tan fuerte pulsión por la defensa de la infancia tan tarde, teniendo en cuenta que la banda terrorista en la que militó asesinó a 22 niños y dejó huérfanos a miles de críos y no solo no ha reclamado una comisión parlamentaria para investigar a sus autores sino que jamás ha pedido perdón a sus familias. Y preguntarse, al fin, por qué la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, no ha puesto el mismo celo que demuestra ahora en la investigación por las niñas violentadas en centros de menores de Baleares y de la Comunidad Valenciana.   
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