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20 de abril de 2024

El astrolabioBieito Rubido

Benedicto se merecía más

Seremos el país con menor representación en este acto. Una pena. Es un síntoma del difícil y confuso momento que estamos viviendo: no se tienen claras las prioridades

Actualizada 01:30

Tengo la mejor opinión sobre la Reina Sofía y no dudo que representará a España con la mayor brillantez y dignidad en las exequias que mañana jueves se celebrarán para despedir al papa Benedicto XVI, pero nuestra nación se muestra ingrata una vez más. Seremos el país con menor representación en los funerales. Benedicto se merecía más, ya que, probablemente, fue uno de los Papas que más cariño y aprecio mostró hacia España. Nos visitó hasta en tres ocasiones. Tenía aquí grandes amigos teólogos. Hablaba con fluidez, aunque con su acento alemán, nuestro idioma, y pasará, sin ningún género de dudas, a la gran historia del catolicismo como uno de los lúcidos y eminentes doctores de la misma. No es un funeral más. Allí deberían estar los Reyes y, como no hay mejor lealtad que decir lo que se piensa con honestidad y buenas formas, creo que en esta ocasión cometen un error, además de una muestra de ingratitud.
Ya me imagino que habrá quien argumente que al día siguiente, 6 de enero, se celebra la Pascua Militar y que don Felipe acaba de regresar de la toma de posesión de Lula. Todo cierto, pero no todos los días fallece una figura tan relevante como Benedicto XVI. Bien merecía un esfuerzo. Sé que supone fatiga física para nuestro Monarca, pero las ocasiones de poner en valor la Corona vienen siempre de la mano de las dificultades. Seremos el país con menor representación en este acto. Una pena. Es un síntoma del difícil y confuso momento que estamos viviendo: no se tienen claras las prioridades.
La gratitud es la madre de todas las virtudes y lo contrario es un rasgo que no nos deja quedar bien. No sé cuánta responsabilidad tiene en esto el Gobierno. Me temo que mucha. En ese caso, sobran las aclaraciones. Todo se entiende, todo se explica, aunque para mal. Somos un Estado laico y aconfesional, pero los ciudadanos no; tenemos nuestras creencias, nuestra fe, y el dato es abrumador: casi el setenta por ciento de los habitantes de este país se declaran católicos. Nos gustaría que nuestro Rey estuviese mañana en Roma. Benedicto XVI lo merecía. Espero que, desde el Cielo, con su magnanimidad característica, nos perdone y ayude a orientar a este país por el buen camino.
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