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28 de marzo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

La mentira y la covid

La actuación de Pedro Sánchez y la de Boris Johnson, las mentiras de ambas administraciones, fueron casi idénticas. Y el sufrimiento para las poblaciones de ambos países muy parecido

Actualizada 01:30

Todos hemos vivido el uso perverso que el Gobierno español hizo de la covid para tomar un control del país por el que el Tribunal Constitucional condenó al Gobierno dos veces. La pandemia fue terrible y todos perdimos a amigos o familiares o ambas categorías humanas. Hoy sigue habiendo una muestra irracional de la voluntad del Gobierno de demostrar quién manda aquí amparado por la pandemia.
Hace tres semanas el Ministerio de Sanidad decidió mantener la obligatoriedad del uso de las mascarillas en el transporte público. Y, como siempre con la covid, se escudó tras la mentira de que lo habían consultado con «expertos». Ya es casualidad que los únicos expertos del mundo que aconsejan mantener el uso de las mascarillas en los aviones sean los «expertos» anónimos a los que consulta este Gobierno y de los que nunca nos dicen sus nombres. Por qué será.
Con esta medida, España es el único país de Europa y uno de los muy pocos del mundo que hace obligatorio el uso de la mascarilla sobre espacio aéreo español. Así que un vuelo de Alitalia de Roma a Nueva York viola la ley si al sobrevolar España la tripulación no obligase al pasaje a enmascararse. Frente a las normas estúpidas surge el sentido común y estoy seguro de que todos los aviones que sobrevuelan nuestro territorio sin aterrizar en él incumplen la normativa de doña Carolina Darias. Como es lógico. Y de hecho, para venir a Jerusalén, desde donde escribo estas líneas, contraté mi billete con Iberia, pero el transportista era El Al y en ningún momento nos pidieron que nos cubriéramos.
En la pandemia de la covid el Gobierno nos mintió sin pudor y constantemente y dio muestra de las artes goebbelsianas a la hora de hacer uso de la propaganda más perversa. En realidad, su actitud fue prácticamente idéntica a la del denostado Boris Johnson. Recomiendo encarecidamente ver la serie This England que se emite en Movistar y en la que el gran Kenneth Branagh hace un retrato espectacular del primer ministro. Lo que un espectador con conocimiento de lo sucedido en España ve a lo largo de los capítulos es que la actuación de Pedro Sánchez y la de Boris Johnson, las mentiras de ambas administraciones, fueron casi idénticas. Y el sufrimiento para las poblaciones de ambos países muy parecido.
Otra cosa en la que no ha sido tan dispar la actuación de ambos ha sido en un aspecto de la vacunación. En ambos países se tardó en empezar a vacunar, pero después el proceso ha ido muy bien. En nuestro caso gracias a la gestión de las comunidades autónomas. Lo que no ha ido tan bien ha sido la vacuna española, que sigue sin llegar, y peor todavía la vacuna británica, Astra Zeneca, que sí llegó, pero se demostró de muy baja calidad.
Yo no tengo inconveniente en reconocer que soy partidario de la vacunación. Me he puesto cuatro dosis y sospecho que hace unos meses debí de contagiarme por segunda vez. Lo supuse a posteriori al identificar una afonía de 24 horas con los síntomas de la última variante de la pandemia. Pero lo que me parece difícil de discutir es que si hoy podemos reclamar la desaparición del uso obligatorio de las mascarillas en los aviones es porque en Occidente se generaron en un periodo de tiempo brevísimo unas vacunas de nueva generación mucho más eficientes que las vacunas clásicas. Y que esas vacunas las ha creado la tan denostada industria farmacéutica occidental. Aquellas vacunas que nos anunciaron los rusos y los chinos han sido de una inutilidad notable. Si hoy vemos cómo China sigue teniendo un grave problema con el virus es porque su tan cacareada ciencia está muy por detrás de la de Occidente. Y eso que el virus nació en China.
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