Fundado en 1910

25 de abril de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

El mundo seguirá rodando sin Villacís

El deprimente final de Ciudadanos, en liquidación por derribo, recuerda lo efímera que es la posesión del poder en las democracias

Actualizada 10:38

El periodismo político tiene también su puntillo de información de entretenimiento. Así que cada semana se amplifican algunos asuntos menores para ir rellenando el menú. En las últimas horas, uno de esos pasatiempos ha sido el caso del PP y Begoña Villacís, sonriente abogada de 45 años y todavía vicealcaldesa de Madrid por Ciudadanos.
El partido naranja, que siempre tuvo más fachada que cimientos, se acabó en realidad cuando Riverita se sintió más interesado por los sones de Malú que por la política, pues la marca reposaba en gran medida sobre su innegable desparpajo dialéctico. El otro factor que provocó el imparable declive de Cs fue la espantada de Inés Arrimadas en Cataluña, cuando se fugó a Madrid después de una sensacional victoria electoral en tierra hostil.
Ciudadanos está hoy en liquidación por derribo. Es un final tristón y lo razonable sería cerrar ya la tienda y ahorrarse los estertores de la agonía. Ha comenzado la desbandada. Los supervivientes se buscan la vida y Begoña Villacís no se ha cortado un pelo en ofrecerse al PP, lo cual a Génova le parece bien y a Ayuso, no tan bien (léase mal).
Irene Montero, su colegui Pam y tantos otros jóvenes divos de lo que se dio en llamar la Nueva Política necesitan aferrarse con pegamento a sus cargos, porque si pierden la poltrona los espera el paro. No es la situación de Villacís, que ha trabajado como abogada y podría reenganchar en el mercado laboral sin demasiado problema. Si mañana hace mutis y retorna al mundo privado, me temo que el mundo seguirá rodando y que nadie volverá a acordarse de la amable Begoña, contra la que nada tenemos.
Esto va muy rápido, y más con la taquicardia de la aceleración digital. Cegados por los oropeles del poder, tendemos a olvidar que en las democracias todos los políticos están de paso. ¿Quién se acuerda ya de Soraya, que hace seis años pasaba por ser la mujer más poderosa de España? ¿Quién habla hoy de Rivera, al que algunos visionarios situaban como el inminente presidente del Gobierno? Iglesias Turrión ya está prejubilado de la política. Rajoy es un feliz registrador. Y, probablemente, a comienzos de 2024 Sánchez podrá centrarse en exclusiva en su rol al frente de la Internacional Socialista.
Ciudadanos fue un proyecto bienintencionado para hacer frente sin ambages al nacionalismo. Un honorable invento sufragado por el poder financiero catalán. Pero en la práctica dividir el voto del centroderecha y la derecha en tres marcas acabó resultando un regalo para Sánchez (del mismo modo que la aparición de Podemos mermó al PSOE y ayudó al PP, de ahí los movimientos televisivos del sorayismo, que dieron cancha a la marca morada). Pero intentar exportar cordura política («seny») al resto de España desde Cataluña, el mayor frenopático político del país, no podía acabar bien. Ciudadanos se convirtió en un partido veleta, que impartía lecciones sabiondas a diestra y siniestra sin haber demostrado nada, y que cuando llegó la hora de la verdad no supo poner en valor su éxito. Así que, a estas alturas, lo que hagan Villacís, Bal o Arrimadas con sus futuros tiene ya poco interés. Suerte para todos y muchas gracias por su esfuerzo contra los separatistas.
Comentarios
tracking