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20 de abril de 2024

Pecados capitalesMayte Alcaraz

Las que deberían salir el 8-M

Propongo que la manifestación que se celebrará pasado mañana sea sustituida por la parada de las víctimas del sanchismo

Actualizada 01:30

Jamás como en estos últimos cinco años las españolas han sido peor tratadas por su Gobierno y sus derechos menos defendidos, al calor de una ideología sectaria y totalitaria. Propongo que la manifestación que se celebrará pasado mañana sea sustituida por la parada de las víctimas del sanchismo y que, en lugar de que desfilen Irene Montero y Begoña Gómez, lo hagan aquellas mujeres a las que Sánchez y sus socios han destrozado la vida, aquellas que callan y sufren las embestidas de su pensamiento único, aquellas a las que Montero y Gómez no han dedicado ni un segundo de sus privilegiadas existencias de tartas y Falcon, aquellas que no han entrado en el paraíso feminista que ambas han diseñado para sus amiguitas, aquellas que, pese a todo ello, siguen pagando con sus impuestos sus sueldos de seis cifras. Llenarían las calles. Pasen y lean.
  • Las 721 mujeres –menores, ancianas, sobrinas, nietas, hijas– que fueron violadas, abusadas y devastadas por agresores sexuales que han visto reducir sus condenas gracias a la aberración legal del 'solo sí es sí', y entre ellas, las 74 desgraciadas que incluso tienen ya a los psicópatas que las asaltaron tomando café a la vuelta de la esquina de su casa.
  • Las mujeres que prostituyeron los camaradas de Irene y Begoña en el Congreso de los Diputados, para disfrute burdo y zafio, capitaneados por el inefable Tito Berni, el que predicaba defender los derechos de aquellas cuyos servicios sexuales compraba.
  • Las decenas de madres, hermanas, esposas e hijas de víctimas de ETA, a las que socialistas y podemitas han mandado al rincón del olvido mientras blanquean al heredero de los asesinos, Arnaldo Otegui –autoproclamado luchador contra la violencia de género– y lo han convertido en parte del Gobierno de España. Sin olvidar a los deudos de las 60 mujeres que mató directamente el terrorismo: la primera de ellas una niña de tan solo 22 meses en la estación de Amara de San Sebastián en 1960.
  • Las madres de las menores que no serán informadas de la decisión de abortar de sus hijas y no podrán asesorarlas en esa traumática decisión, que marcará sus vidas para siempre. También podrán concurrir las menores que interrumpirán su embarazo sin el abrigo de sus familias, gracias a la libertad sexual que dice administrar Irene Montero.
  • Las decenas de adolescentes cuyos cuerpos, amparadas por la ley trans, serán hormonados sin el asesoramiento de un equipo médico multidisciplinar y sin el consentimiento de sus padres, algunas de ellas incluso serán sometidas a cirugías irreversibles que lastrarán su futuro.
  • Las hijas de las 7 mujeres que en lo que llevamos de año fueron asesinadas por sus parejas y exparejas, sin que el Consejo de «Ministras» haya invertido ni un solo euro de los 573 millones que tiene presupuestados en políticas educativas y de formación, aunque sí en propaganda barata sobre el patriarcado y chiringuitos de correligionarios.
  • Las autónomas que se han dado de baja por no poder atender los pagos: 671 cotizantes menos por cuenta propia al día.
  • Las tenderas que han echado el cierre definitivamente a sus establecimientos, un total de 20.000 locales en un año.
  • Las madres que crían hijos y trabajan sin una sola ayuda para la conciliación familiar ni asesoras que puedan usar de niñeras.
  • Las madres de los 843.400 menores de 30 años que no tienen empleo en nuestro país –la tasa de paro juvenil más alta de Europa.
  • Las abuelas que llenan la nevera de sus hijos esquilmados por la inflación que ha disparado la cesta de la compra hasta un 15 %.
  • Las 650.000 empresarias y emprendedoras españolas, que no necesitaron una ley de paridad, como la que acaba de anunciar el Ejecutivo para tapar el escándalo del Bernigate, para poner en valor su competencia.
  • Y, finalmente, todas aquellas españolas con más méritos, valores y conocimientos para ser directoras de una Cátedra en la Complutense o ministras de Igualdad del Reino de España que Begoña e Irene, pero que no tuvieron la suerte de cruzarse con un macho alfa que, después de colocarlas, ha puesto a su disposición un megáfono desde el que, encima, darnos lecciones de feminismo a las demás.
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