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20 de abril de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

Nicolás

Optó por ser un croquétez con pretensiones en lugar de militar en el socialismo o separatismo con enchufe penal. Los etarras y los violadores han sido tratados mucho mejor que él

Actualizada 01:30

Hubo un tiempo en los que la banda de los Croquétez se apoderó de los actos culturales y sociales de Madrid. Su objetivo era doble. Hacerse fotografías con las personas relevantes que asistían a esas citas –presentaciones de libros, conferencias, coloquios– y forrarse de croquetas, gambas a la gabardina y canapés. La presidente de aquella simpática y numerosa banda era una peruana, que trataba a los ministros con una familiaridad natural y desenvuelta. «Hola, Jaime, estoy contigo», y besaba a Jaime Mayor con solidaria soltura. El vicepresidente era varón, y el encargado de indicar a los camareros el rumbo de las bandejas. Los Croquétez llegaron a constituir un problema para las editoriales, los autores y los invitados. En la presentación de un libro de Fernando Vizcaíno Casas –con una intervención memorable de Tip– celebrada en el Hotel Meliá Castilla se contabilizaron trescientos asistentes con invitación y 230 miembros de los Croquétez, dos camareros heridos por la avalancha de los canaperos cuando surgieron con bandejas de gambas a la gabardina, y un desastre en la intendencia del acto cuando se acabaron las viandas. Tip llevó una caja de cartón y presentó el libro con una genial lectura equivocada. El libro trataba de política y Tip leyó un par de cuartillas alabando la belleza de los árboles caducifolios, mientras Fernando Vizcaíno no sabía adónde mirar ni dónde meterse. «Perdón, Fernando. Me he equivocado de carpeta. Sucede que en pocos días presento un libro de árboles caducifolios y en lugar de traer tu presentación he traído la de los árboles. Y como esperaba encontrarme aquí a centenares de miembros de los Croquétez, me he traído de casa estas croquetitas para no desfallecer». Y abrió la caja de cartón y se puso a comer croquetas.
El llamado Pequeño Nicolás era un croquétez con ambiciones desmedidas. Acudía a todos los actos que se celebraban en La Razón, y se hacía fotos. Tenía la enfermedad de la notoriedad y abrazaba al presidente del Gobierno –Rajoy– y a los ministros. A los secretarios de Estado y directores generales les estrechaba la mano estableciendo una distancia entre ellos y su persona. Y cometió graves delitos. Llegó a convencer a unos policías para que le dieran escolta a un acto que el presidiría representando al Rey. Era un croquétez de muy altas perspectivas. Pero cayó, y lleva acumuladas toda suerte de sentencias condenatorias que le hacen salir y entrar en prisión con frecuencia trepidante. Termina de ser condenado a cuatro años de cárcel, y volverá a la trena en breve. Me pregunto qué ha hecho el Pequeño Nicolás, que ya es mayorcito, para entrar en la cárcel sin reclamar cuidados médicos. Le recomiendo que presente un certificado que acredite una grave enfermedad en su organismo. Lo que ha hecho Griñán, lo que hará el Tito Berni, y lo que ha experimentado Laura Borrás, esa mujer condenada a cuatro años y medio de cárcel, y simultáneamente objeto de petición de indulto por parte de los jueces que han firmado su condena. Ahora nos enteramos por el Mediador que contrató los servicios de 132 prostitutas para alegrar las cenas en el Ramsés y otros locales mientras España se hallaba secuestrada ilegalmente por el Gobierno. Me figuro que 132 prostitutas de ideas socialistas dispuestas a alquilar sus cuerpos para el gozo y disfrute de sus políticos y empresarios preferidos, todos ellos progresistas, sostenibles, ecologistas y aspirantes a chalés. Nada les sucederá. Y el pobre Nicolás, que es un granuja como la copa de un pino, cumplirá hasta el último día de su condena sin haber intervenido en una estafa a los trabajadores andaluces de 600.000.000 de euros. Lo de Nicolás no ha sido tan gordo. Pero cumplirá la pena. Y todo por su mala elección. Optó por ser un croquétez con pretensiones en lugar de militar en el socialismo o separatismo con enchufe penal. Los etarras y los violadores han sido tratados mucho mejor que él. Que presente el certificado médico. Y a ver qué tal.
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