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Ojo avizorJuan Van-Halen

Ignorancia, demagogia, grosería

Una característica de esta campaña es la grosería de la izquierda radical. Más Madrid ha colgado carteles con el lema «Madrid es la hostia» que, según la RAE, quiere decir que es extraordinario, pero hay otros modos de ensalzar a Madrid

Actualizada 01:30

Esta etapa política nos ofrece cada día una sorpresa. La última es la ignorancia de un tal Francisco Martín, quinto delegado del Gobierno en Madrid en lo que va de legislatura. Su anterior cargo fue secretario general de la Presidencia del Gobierno tras una constelación de nombramientos en Moncloa. Acaba de declarar que Bildu y Sánchez no han pactado nada, que es la elección de unos de apoyar a otros. Pero eso no es lo que declara Otegui, ni este Martín tiene en cuenta las compensaciones evidentes de Sánchez a Bildu por sus votos en leyes importantes. Y eso se llama pacto. Que Martín vuelva a lo forestal que es lo suyo.

Este delegado del Gobierno, que debería serlo de todos, no se caracteriza por sus dotes diplomáticas. Tras su visita institucional a la presidenta de la Comunidad en Sol se despachó con unas declaraciones incendiarias. Igual hizo tras algunos actos institucionales. Produce mítines partidistas no opiniones objetivas como cabría esperar de alguien con su cargo. Carecer de dotes diplomáticas le coloca en una posición ventajosa para aspirar a una Embajada. Celaá, autora de una ideologizada y pésima ley de Educación sobre la que no dialogó con los sectores afectados, acabó de embajadora en la Santa Sede. Ahora hace allí el ridículo.

Seguí el debate entre los candidatos a la presidencia de la comunidad madrileña en Telemadrid. Ayuso no entró al trapo para desesperación de sus oponentes. No ganaba nada y hubiese recortado el escaso tiempo de que disponía. Sentí vergüenza ajena ante las evidentes falsedades. Insistir en el invento sobre el hermano de Ayuso, desestimado hace más de un año por la Fiscalía Anticorrupción y la Fiscalía Europea, manejando, además, cifras falsas; reiterar que Madrid es la 32 región de Europa, ocultando que las regiones europeas son varios centenares y sin ofrecer la procedencia de ese dato, como hizo Lobato una y otra vez, es una mera demagogia y una desvergonzada falsedad.

También fue una desvergüenza obviar que, con cifras del Gobierno de Sánchez, la Comunidad de Madrid lidera la reducción del paro con un 18,6 por ciento frente al -8,6 por ciento de media nacional, y en menores de 30 años baja un 27,4 por ciento, mientras en datos referidos a la afiliación a la Seguridad Social, el empleo ha subido un 3,9 por ciento frente al 2,4 por ciento nacional. Mientras, Yolanda Díaz dice no saber el número de «trabajadores fijos discontinuos», su fórmula mágica para maquillar las cifras reales de paro.

En cuanto a la situación de la Sanidad en Madrid, otro de los mantras, según el Índice de Competitividad Regional Europea, publicado por la UE, la Comunidad de Madrid se sitúa como la región más competitiva con 127,2 puntos, como líder, por delante de Estocolmo hasta ahora número uno. Y la UE considera la Sanidad madrileña como la mejor a nivel nacional. En nada de esto entró Ayuso. Pero los madrileños no ignoran que Mónica García, la médico-madre y metepatas reiterada (léase el «Diario de Sesiones» de la Asamblea de Madrid), cobró indebidamente dos sueldos públicos como diputada y como médico en el Doce de Octubre, y se manifestó, camiseta incluida, contra el Zendal, un hospital público, en momentos difíciles de la pandemia. Es partidaria de la Sanidad pública sólo cuando le conviene, además de promover las movilizaciones. La verdad destruye la demagogia.

Otra característica de esta campaña es la grosería de la izquierda radical. Más Madrid ha colgado carteles con el lema «Madrid es la hostia» que, según la RAE, quiere decir que es extraordinario, pero hay otros modos de ensalzar a Madrid. No es menos grosera la promesa electoral de Podemos de impulsar una medida que conceda veinte minutos diarios pagados para masturbarse en el puesto de trabajo «una medida de salud mental que mejora el bienestar de la clase trabajadora».

Irene Montero presentaba a la candidata de Podemos a la alcaldía de Valencia destacando sus valores para gestionar esa gran ciudad: «Es sorda, bollera y feminista». Pues qué bien. Y una señora –por llamarla así–, que me es desconocida, concluía su mitin en Madrid pidiendo el voto para Podemos: «Maricones, bolleras, travelos mover el culo para votar, y al que no le guste tu pluma, clávasela». Todo muy fino.

Entre ignorancia, demagogia y grosería pasa este tiempo para el olvido.

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