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01 de mayo de 2024

Aire libreIgnacio Sánchez Cámara

El nuevo héroe español

A pesar de su terrible soledad, nada puede detenerlo

Actualizada 01:10

El héroe suele estar solo, pero en su soledad salva a la comunidad afligida. El vaquero y el detective americanos son buenos ejemplos del individuo casi marginal que salva a la sociedad. El individualismo aliado con la comunidad. En España asistimos a una revisión del mito. Él encarna a Gary Cooper, John Wayne o Humphrey Bogart. La sociedad española vive atemorizada por la extrema derecha (el gánster o el pistolero malvados). Es el terror fascista. La sociedad acobardada se somete. Pero Él da un paso adelante y se enfrenta a la organización criminal. Solo ante el peligro. Es el Gary Cooper español, el hombre que mató a Liberty Balance, esa simbiosis de Feijóo y Abascal. El pueblo calla envilecido y muere de miedo. Nadie le apoya. Todos los medios de comunicación le han abandonado. Ninguno le abre sus puertas. Eso sí, una rubia le admira, pero sin comprometerse demasiado. Es posible que termine abandonándolo. Especialmente duro con él es el gran pronosticador, Tezanos, que cruelmente le mina la moral con sus vaticinios de una inminente derrota popular. Pero, a pesar de su terrible soledad, nada puede detenerlo.
La derecha, es decir, el fascismo, le odia y calumnia. Incluso llama mentiroso a ese apóstol de la verdad. La izquierda, acobardada, le abandona. Ni los herederos de la ETA, ni los separatistas, ni la extrema izquierda. Nadie alivia su atroz soledad. Vive en un palacio, pero es el reducto del héroe aislado y solitario. Viaja en Falcon como un superhéroe alado, pero es que no puede pasear por la calle sin sufrir injurias y calumnias. Se sabe llamado a una misión sublime y nada le detendrá en su empeño. Sabe que sólo él puede salvar a la sociedad y no renunciará a su elevada misión.
Quizá la más injusta acusación que debe soportar es la de ser un sectario que siembra la discordia y divide a los españoles. Él, que no tiene otro norte que el bien común y el interés general. ¿Es que, acaso, se puede equidistar entre la justicia y el fascismo? Porque el fascismo no deja de serlo porque obtenga la mayoría de los votos. Él, dado su currículo ejemplar, podría tener una vida cómoda y regalada, pero prefiere sacrificarse por el bien público, aunque nadie se lo agradezca.
Resulta oprobioso ese boicot de los medios de comunicación. Casi todos le insultan. Ninguno lo acoge. Sus elocuentes y eximios discursos no pueden ser escuchados por el pueblo. Censura. Sus prosas, que sólo resisten la comparación con Cicerón, Séneca o Polibio, nadie las puede leer. Censura. Jamás disfrutó España de estadista de su talla. Nadie regaló a su pueblo el disfrute de tantos derechos, el derecho a odiar, el derecho a matar, el derecho a morir. Un buen gobernante no gobierna para todos, para buenos y malos, sino sólo para unos, para los buenos, para los suyos. Después de sembrar la cizaña aspira ahora a recoger sus frutos.
Quienes desdeñan sus palabras es porque no son capaces de elevarse hasta sus niveles de excelencia. Y todavía los envidiosos dicen que plagió su tesis. Como si no tuviera metas más elevadas que la de elaborar una tesis doctoral. Eso lo hace cualquiera. Grave inmoralidad sería elaborar una tesis doctoral original cuando uno tiene ante sí la misión de salvar a la patria. Ante esta situación, ninguna persona sensata dejará de apresurarse, aunque haya que interrumpir las vacaciones, para votar al nuevo héroe español. Podemos estar tranquilos, Él solo se basta para detener al fascismo y asegurarnos la libertad, la prosperidad y el disfrute de más y más derechos. Aunque el presente le sea esquivo, la posteridad será suya. ¿Y si se tratara de pura ficción y, en realidad, fuera el jefe de la banda?
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