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05 de mayo de 2024

Post-itJorge Sanz Casillas

La historia a la que pasará Sánchez

Mucha gente se ha hartado de que una quincena de diputados (el 4 % del voto total) le ponga el país patas arriba alentados por un presidente fácilmente maleable

Actualizada 07:57

Aunque lo podíamos intuir, sobre todo cuando se colocó junto a su mujer al lado de los Reyes en un besamanos del 12 de octubre, no tuvimos un testimonio fidedigno de la vanidad de Pedro Sánchez hasta que Maxim Huerta (ahora Máximo) reveló en El Hormiguero que a los siete días de formar Gobierno nuestro presidente ya estaba preocupado por cómo le trataría la Historia. Esto, además de un síntoma inequívoco de egolatría, fue la evidencia de que llegar a presidente no era un medio para hacer una España mejor de acuerdo con sus estándares ideológicos, sino un fin para satisfacer sus propias ambiciones.
Por el momento, y si nada cambia, Pedro Sánchez pasará a la historia (ya en minúscula) como el primer presidente del Gobierno que no revalida mandato en más de 40 años. Era casi una tradición en nuestra democracia lo de repetir en el cargo, ocurría casi por inercia, pero a él le ha resultado imposible.
Y el principal motivo no es la pandemia ni la guerra. Tampoco la inflación. Ni por supuesto el volcán que incluye en la lista de agravios que el destino le tenía preparados. La razón principal es que muchísima gente que le votó en 2019 se encontró a los pocos días con que les habían estafado. Fue cuestión de horas. Muchos de los que eligieron su papeleta no se levantaron ese domingo pensando en que iban a indultar delincuentes, excarcelar violadores o que los presupuestos y el Código Penal se iban a redactar al dictado de Esquerra y Bildu. Por eso el golpe en las municipales fue tan sonado: porque fue la primera vez que los españoles pudieron de verdad votar a Sánchez. Lo que los españoles vieron y eligieron en 2019 era un producto de marketing. Un diputado parlanchín y bien parecido al que le hicieron la tesis y lanzaron después como ejemplo de firmeza por haberse revuelto contra el viejo PSOE.
El español medio está acostumbrado a que le mientan en campaña, a que le prometan bajar el IVA y lo suban al 21 por ciento, como hizo en su día Rajoy, pero no tiene el cuerpo hecho a que le gobierne una minoría sectaria. Un hombre de Badajoz o Palencia no puede entender por qué Bildu es clave para la ley de vivienda. O por qué Esquerra decide ahora qué es malversación y qué no. O por qué si su hija quiere ser médico en Valencia tiene que dominar una lengua que no conoce nadie de Villena hacia el oeste. Mucha gente se ha hartado de que una quincena de diputados (el 4 % del voto total) le ponga el país patas arriba alentados por un presidente fácilmente maleable. Y esa es la razón, y no otra, por la que Sánchez pasará a la historia: porque nunca gobernó para la gente, sino para contentar a quienes lo llevaron hacia donde nunca pensó que estaría.
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