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07 de mayo de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

Quedaba uno

Un español de izquierdas que no se somete al bandolerismo: Julián Galán Fernández

Actualizada 01:30

Hasta hoy, la pregunta no tenía respuesta. ¿Entre la militancia del PSOE no queda ni un socialista decente? Hoy se puede responder sin dudas ni titubeos. «Al menos, quedaba uno». Se trata de un militante socialista afiliado al partido desde hace 27 años. Ha roto el carné, y ha difundido la imagen del documento partido por la mitad por las redes sociales. Se llama Julián Galán Fernández. Lo explica: «Hoy, Sánchez Castejón ha pedido formalmente al PSOE apoyar la amnistía. Como mis principios no me permiten apoyarla, creo que lo justo y apropiado es, con todo el dolor de mi corazón, abandonar el partido en el que milito después de 27 años. Momento triste en mi vida».
Quedaba un socialista decente. Un español de izquierdas que no se somete al bandolerismo. Quedaba un patriota en el PSOE.
Ya no está.
En noviembre de 2019, Sánchez declaró lo que sigue: «Nadie está por encima de la Ley. Puigdemont es un prófugo de la Justicia. Trabajaremos para que el sistema judicial español, con todas sus garantías, pueda juzgarlo con imparcialidad. La Fiscalía cuenta con el respaldo del Gobierno en la defensa de la Ley y del interés general». Sí, lo han leído bien. Lo firmó Pedro Sánchez.
Ayer se llevó a lo más granado de su ganadería a la sede del PSOE en Ferraz. Curioso lo de los rostros de sus colaboradores. Han perdido la expresión y los rasgos, y todos han adquirido el complaciente asentimiento del ganado. Había charolesas, limusinas, frisonas, cabras y ovejas. Ovejas churras y ovejas merinas, las más obedientes. Sánchez, en nombre de España habló en lo que era la sede de su partido y que hoy se ha convertido en la feria de Ganado de Torrelavega, defendiendo la necesidad de amnistiar a los golpistas catalanes e indultar a sus más peligrosos dirigentes, entre ellos, Puigdemont. Y mientras cambiaba de opinión, –nunca miente–, las charolesas, limusinas, frisonas, cabras, y ovejas churras y merinas, asentían agradecidas pensando en los prados verdes. Porque los dirigentes socialistas no trabajan, pacen, no comen, pastan, y no beben, abrevan.
Pero queda un socialista decente. Y en una democracia, una voz, un gesto y un voto valen mucho más que los kilos de carne, la leche y los quesos que produce el ganado.
¿Quién es Sánchez para hablar en nombre de España en el recinto ferial de su ganadería? ¿Quién es Sánchez para fulminar la independencia e integridad del Poder Judicial? ¿Quién es Sánchez para miccionarse sobre la Constitución? No ganó las elecciones. ¿Quién es Sánchez para pactar con terroristas, comunistas, separatistas, golpistas, y antiespañoles para seguir cómodamente instalado en La Moncloa?
Pero queda un socialista decente, y es muy buena y positiva esta constatación. Todavía escondidos, pueden aparecer más.
Entre el ganado, estaba Page. Sí, Page, el que siempre habla y el que jamás actúa. El que tiene pactada con Sánchez la exclusividad de la regañina, y después del regaño cambia la «g» por la «b» y retorna al rebaño.
Lo que Sánchez se propone es un golpe de Estado contra la Constitución de 1978, una amnistía plenamente anticonstitucional, y un indulto general a quienes a punto estuvieron de desencadenar una confrontación civil. Para ello, Sánchez en nombre de España, ha pactado con lo más antiespañol e indeseable de esa España que odia a su propia nación. Comunistas, podemitas, sumaristas, terroristas, independentistas, nacionalistas chantajistas y con el silencio de su ganado como fundamental sostén.
Pero ya no se puede decir que todos los socialistas son traidores.
Quedaba uno, al menos uno, decente.
Un socialista avergonzado.
Un español valiente.
Lo ha explicado con palabras, mientras en Ferraz, el ganado ha ovacionado la traición de Sánchez a su manera.
Unos con el «muuuuu», otros con el «beeeee» y el resto con la emoción de las cabras, cuyo sonido onomatopéyico he olvidado por mi lejanía de trato.
Pero queda un socialista decente, y hay que celebrarlo.
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