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07 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Por España

La manifestación sirve para advertir a Sánchez de que no nos hemos rendido y decir a Europa que estamos entrando en un proceso de degradación de nuestra democracia equiparable al que se ha vivido en Venezuela

Actualizada 01:30

Hay fiestas populares en las que es un gran honor poder participar. Porque lo que vivimos ayer en la Plaza de Cibeles de Madrid y en las larguísimas avenidas que allí confluyen fue una gran fiesta de la democracia frente a una aterradora amenaza que tenemos encima. Desde luego lo que vivimos ayer no servirá para impedir lo que se nos viene encima. Ni de lejos. Pero sí sirve para advertir a Sánchez de que no nos hemos rendido y decir a Europa que estamos entrando en un proceso de degradación de nuestra democracia equiparable al que se ha vivido en Venezuela.
De los muchos discursos que escuchamos durante una hora, hubo tres o cuatro que a mí me parecieron especialmente relevantes y dos de ellos eran los de los extranjeros que intervinieron. El primero fue el del venezolano Miguel Henrique Otero, editor de El Nacional de Caracas, exiliado en Madrid y colaborador de El Debate. Henrique recordó algo que servidor de ustedes ya ha mencionado en estas páginas. Que él viene del futuro. Porque él es un exiliado de un régimen como el que Pedro Sánchez intenta implantar en España. En España hemos vivido un asalto a las instituciones a lo largo de cinco años equivalente al que el chavismo hizo a lo largo de casi quince años en la rica Venezuela que hoy es un país paupérrimo. Chávez estableció una autocracia: «Forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley» (DRAE) y eso es lo que está haciendo Pedro Sánchez con España. Imponer su voluntad.
Otro discurso fue el del único político en activo que intervino, el del eurodiputado del PSD portugués Paulo Rangel, que adoptó un tono mitinero que levantó a la masa popular. Ante un mar de banderas españolas y europeas, Rangel dijo que esto es un problema también de Europa y que las instituciones de la Unión van a tener que atenderlo. Había pancartas con el lema «SOS Europe save Spain, please». Sé que muy pocos españoles tienen fe hoy en que la Unión Europea nos pueda ayudar, pero también sé que la manifestación de ayer tiene enorme repercusión en medios de toda Europa y que sí algunos creen que Ursula von der Leyen necesita el voto de Pedro Sánchez para ser reelegida, conviene recordar que mucho antes necesita el de su propio Partido Popular Europeo para ser candidata a la reelección.
Lo que ayer vivimos en Madrid fue una gran fiesta en favor de España. Yo me ubiqué en un parterre un poco elevado llegando por la Castellana a Cibeles. Perdón señor alcalde por pisar la hierba. Iba con mi hija mayor y mi yerno. Estuve allí hora y media más veinte minutos de ida y veinte de vuelta desde mi casa. En más de dos horas, no es que no viera a ningún amigo entre aquella multitud. Es que no vi ni una cara que me resultara conocida. Éramos todos extraños unidos por la misma causa: España.
El grito más repetido por los manifestantes fue un simple «Pedro Sánchez, a prisión». Pero hubo muchos otros, así como lemas en carteles. Quizá el más repetido fue el «Me gusta la fruta» que demuestra el enorme peso político de Isabel Díaz Ayuso.
Supongo que el sanchismo responderá que el millón de españoles, más o menos, que salimos a las calles de Madrid ayer somos fascistas. Qué menos van a decir. Lo que sí sé es que no vi ni una bandera preconstitucional. Aunque no vi las que portaban todos los manifestantes. La que sí vi varias veces fue la bandera con la Cruz de Borgoña, que sin duda los iletrados que no asaetan con su propaganda considerarán una bandera franquista porque en su analfabetismo ignoran que es la que trajo a España Felipe el Hermoso cuando se casó con Juana la Loca y es un símbolo que sigue vinculado a las armas de nuestros ejércitos. Y ahí les doy, gratis et amore, otro argumento para que denuncien su presencia en la manifestación.
Escuché una afirmación contundente del socialista Félix Ovejero desde el estrado: «Leyes de los políticos para proteger a los políticos: eso es la casta». Y, sobre todo, la afirmación de Fernando Savater, de que esto es «una forma encubierta de dictadura». Sólo confío en que Juan Manuel de Prada le escuchara y tenga ahora lo que hay que tener para enfrentarse a Fernando Savater que quizá a él también le parezca un iletrado, como le parecemos tantos. Desde luego todos los que allí gritamos el lema «¡Este golpe lo vamos a parar!». No en vano Savater cerró el acto advirtiendo que la manifestación de ayer «es el principio de una resistencia que tiene que continuar» y concluyó con tres vivas: «Viva España, viva la Constitución, viva el Rey». El único que se refirió al Monarca asediado y que encarna la democracia española que tan en peligro está.
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