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28 de abril de 2024

El puntalAntonio Jiménez

La carcajada del Joker

Sánchez ha convertido la política, eso que ha defraudado las expectativas de Feijóo, en su juego de supervivencia para seguir en el Gobierno

Actualizada 01:30

A Feijóo le salió del alma decirlo: «Si hubiese sabido que la política es esto no me habría dedicado a ella». El desahogo de Feijóo coincidió con el último, por ahora, espectáculo de supervivencia política de Sánchez devenido en un esperpento de negociación al límite entre su mandado Bolaños y Miriam Nogueras, la representante de quien realmente gobierna España con mando a distancia desde Waterloo.
Esta confesó posteriormente su sorpresa ante la disposición y magnanimidad del Gobierno por darles el oro y el moro con tal de impedir que votaran en contra de los primeros decretos de la legislatura. Y resultó que Nogueras le puso un cheque en blanco y «gracita» Bolaños lo firmó.
Más adelante veremos si había fondos para no frenar la entrada en vigor de la amnistía o para que Cataluña proponga y disponga qué inmigrantes pueden entrar o ser expulsados de los predios administrativos de la Generalitat. El caso es que Junts ganó otro pulso a Sánchez.
Visto lo visto Puigdemont debería abrir despacho en Waterloo y, sentado tras una mesa como don Vito Corleone en El Padrino, recibir y escuchar a cuantos deseen resolver sus cuitas pendientes con la justicia y la hacienda españolas o conseguir favores personales de toda índole, convencido de que Sánchez cederá a todo tipo de extorsiones y chantajes si en ello le va su continuidad en el poder.
Con Sánchez en la Moncloa, dependiendo de los siete votos de Junts, no hay nada más eficaz que apelar a la influencia y autoridad de «don Carlo Puigdemone» para librarse de la cárcel y del fisco u obtener privilegios políticos y económicos. El camino más corto para hacerse con un botín en España pasa por Waterloo y no por la ventanilla de un banco esgrimiendo una recortada.
Sánchez ha convertido la política, eso que ha defraudado las expectativas de Feijóo, en su juego de supervivencia para seguir en el Gobierno, sin importarle las consecuencias de las oscuras negociaciones que mantiene con los chantajistas del Estado en las que hay en juego bienes de todos los españoles.
La política de Sánchez consiste en salvar,en los momentos previos a la votación parlamentaria, el «match ball» que le dejaría fuera de juego, dándole una patada a la pelota hacia delante y después de ceder a las exigencias de esa suerte de sindicato de intereses partidistas que conforma el entramado Frankenstein, con cuyos socios está cogobernando España.
De todos ellos, Puigdemont es quien tiene la sartén por el mango tras erigirse en el sosias más exigente y menos fiable y será el que más tense la cuerda, pero no la romperá nunca, consciente de la improbabilidad de tener en la Moncloa un presidente más débil que el actual, salvo que sus objetivos electorales en Cataluña, que es su única motivación, le aconsejen romper el mando a distancia con el que condiciona y controla los pasos y decisiones de Sánchez. España le importa un carajo.
La carcajada de Joker, recogida por las cámaras, con la que Sánchez exhibió en el Senado junto a «Chiqui» Montero su aparente satisfacción por conseguir de manera indigna los primeros decretos de la legislatura tras ceder una vez más a las demandas de los «puigdemones», reflejó su profunda carencia de sentido de Estado y una irresponsabilidad cada vez más preocupante.
Esa exhibición de insultante alegría y despreocupación de un Sánchez embutido en su entallado terno de color azulete de mercadillo y solapas enjutas, fue otra burla mas al conjunto de los españoles que le reprueban ponerse de hinojos y humillarse ante quienes se vanaglorian de trabajar para romper España. Titularon algunos medios que a Sánchez le salió muy cara la aprobación de sus primeros decretos cuando en realidad somos los españoles quienes pagamos en términos de más desigualdad y debilidad institucional, su supervivencia política.
Nada de lo que se comenta en estas líneas, sin embargo, habría sido posible sin el concurso de Coalición Canaria en el papel de «tonto útil» al servicio de Sanchez cuyo voto fue decisivo para impedir su primera derrota de la legislatura, evidenciando la extrema endeblez del gobierno social-comunista, dependiente de separatistas y bilduetarras, por un lado, y de los «podemitas» de Pablo Iglesias, deseosos de ajustar cuentas con «Lady Cohete», por otro. Con esta banda, la negociación de los futuros Presupuestos Generales del Estado van a dejar al idem, como a los galgos de Lopera, esto es, con los cascabeles y la calavera.
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