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28 de abril de 2024

El puntalAntonio Jiménez

Sánchez a los mandos y Zapatero con el manual de instrucciones

La falta de convicciones y principios democráticos y de escrúpulos políticos del personaje con tal de no dejar la Moncloa provoca náuseas

Actualizada 01:30

No hace falta «cherchez l’homme», (buscad al hombre), que susurra a Sánchez porque éste lo define en su última y prescindible Tierra Firme, como una inspiración para él y un referente político del PSOE. No es otro que José Luis Rodríguez Zapatero, el mismo que también aconseja e inspira al sátrapa venezolano Maduro y en su día a la fracasada candidata socialista francesa al Elíseo, Ségolène Royale, de quien se decía que bebía los vientos políticos por él y a quien, por ello, apodaron al otro lado de los Pirineos, «la Zapatera».
De Maduro se sabe que gracias a los consejos de ZP la salud de su dictadura es inversamente proporcional a la de los venezolanos. A más represión menos bienestar, más miseria para los ciudadanos y más exiliados hasta frisar los 8 millones de huidos de la satrapía chavista.
Maduro, como buen tirano, tiene sometidos a los tres poderes del Estado y el Tribunal Supremo es la correa de transmisión de sus deseos para impedir, entre otras cosas, que Corina Machado se presente a las elecciones y pueda arrebatarle el poder.
Sánchez, en lugar de reprobar la penúltima infamia del déspota caraqueño, maniobra en Bruselas para que Europea le levante las sanciones.
De «la Zapatera» francesa hemos conocido últimamente su animadversión al tomate «bio» español por «incomible». Su amigo e inspirador político ZP no le ha enviado ninguna caja de tomates desde Almería o Los Palacios, que sepamos, con los que recuperaría sin duda un gusto que tiene tan perdido como su olfato político, contaminado de populismo «zapateril». De ZP dijo Rajoy que era un bobo solemne y, como es sabido, un idiota con iniciativas e ideas es más peligroso que un malvado. Y además el bobo no suele descansar, que es lo más preocupante.
Zapatero estuvo el jueves en Barcelona y dio pistas sobre los pasos inmediatos de Sánchez y Puigdemont a quienes sirve como mediador para que aquel siga en la Moncloa y éste sea declarado «Hombre del Año» e impune ante la ley.
Dejó dicho que habrá ley de amnistía y sugirió una reforma del Código Penal para redefinir el terrorismo y blindar al golpista prófugo de Waterloo ante posibles imputaciones. Si se eliminó la sedición y se rebajó la malversación, ¿por qué no también el terrorismo para que Puigdemont y todos los que incendiaron Barcelona, arramblaron con el mobiliario urbano, destrozaron establecimientos, asaltaron El Prat, levantaron barricadas en calles y autopistas, bloquearon estaciones y líneas férreas y en definitiva subvirtieron el orden constitucional poniendo en riesgo la convivencia ciudadana , queden impunes y puedan hacerlo nuevamente, ya sin freno penal?
Además el autócrata Sánchez se erige en juez y parte y dicta sentencia: los investigados por García Castellón no son terroristas y por tanto la amnistía les ampara. Ni siquiera son terroristas, según Sánchez, la docena de CDRs detenidos con explosivos y planes para atentar.
En 2019 no opinaba lo mismo cuando expresaba en una entrevista su preocupación por la aparición de brotes de terrorismo en Cataluña y la banalización que hacían del terrorismo quienes ahora pretende amnistiar por jugar con fuego y no condenar la violencia que se vivía en Barcelona esos días. ¿Qué cambió para que en su aristotélica realidad-verdad entonces apreciara violencia terrorista y ahora todo lo contrario? Sencillamente los 7 votos de Junts de los que depende para seguir gobernando.
La falta de convicciones y principios democráticos y de escrúpulos políticos del personaje con tal de no dejar la Moncloa provoca náuseas. Terminará esnifándose la siguiente y todas las líneas rojas que se imponga ante las nuevas exigencias de Puigdemont.
Todo por el poder. Hasta el extremo de compadecer y comprender la huida de un presunto delincuente a Suiza para no responder ante la Audiencia Nacional en el caso de ser imputado. Chiqui Montero, número dos del Gobierno, entiende «la angustia, incertidumbre y miedo» del diputado separatista de ERC y justifica su huida a Ginebra, pobrecito, antes de que García Castellón pueda imputarle la organización de la ofensiva violenta de Tsunami Democràtic contra el Estado. Si de Puigdemont hubieran dependido en 2019 también habrían aplaudido su cobarde espantada en el maletero de un coche.
Es un Gobierno sin límites que busca los objetivos a cualquier precio, sin importarle los medios, con Sánchez a los mandos y Zapatero, su referente e inspirador además de director de facto del diario El País, según Felix de Azúa, con el manual de instrucciones. ¿Acaso puede salir algo mal?
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