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Ojo avizorJuan Van-Halen

Sueño de Lenin, pesadilla de Sánchez

La conexión rusa puede resultar letal para Sánchez no como la todavía misteriosa conexión marroquí. Afecta a la seguridad europea

Actualizada 01:30

No quiero que el jerarca de la Traidorfera se me enfade, pero le veo entre despistado y sorprendido. Dice mi amigo el psicólogo que esta sensación suele producirse en un egocéntrico si intuye que algo puede moverse bajo sus pies. El Parlamento Europeo pregunta a España por lo que inquieta a los españoles –excluyendo a las sumisas ovejitas del rebaño– y ahora a los europeos. ¿Qué ocurre en esta nación frontera sur de Europa? Los embajadores envían a sus cancillerías cumplida información. Bruselas conoce perfectamente la situación.

La UE sabe las posiciones de las Asociaciones de Jueces, los Fiscales, los Inspectores de Hacienda, los Abogados del Estado y el CGPJ sobre la inconstitucionalidad de la amnistía redactada e impuesta por Puigdemont y tragada por Sánchez. No desconoce los pronunciamientos de los altos tribunales en relación con el intervencionismo del Ejecutivo en la Justicia y en el resto de los poderes y órganos del Estado. Tampoco ignora la reacción de los ciudadanos en las calles.

La estancia en Madrid de expertos de la Comisión de Venecia, prestigioso organismo independiente del Consejo de Europa, que emitirá su informe a mediados de marzo, es una garantía. La actuación del PSOE en el debate del Parlamento Europeo sobre investigación de la injerencia rusa en Cataluña durante el procés ha sido chusca. Los socialistas españoles votaron en contra de las enmiendas que pedían que apareciese el nombre de Puigdemont, pero las enmiendas fueron aprobadas. Entonces, al sentirse solos, los socialistas españoles votaron a favor de la resolución. Un ridículo considerable. Al jefe Puigdemont no le habrá gustado. El periódico gubernamental lo suavizó en portada y el medio barcelonés del conde al que otorgó Juan Carlos I la Grandeza de España, tal cual; poco grande.

El Gobierno de Sánchez ha hecho y hace todo lo posible para poner zancadillas a las normas y servir a sus impresentables socios. Lo hizo con el CGPJ arrebatándole su independencia y paralizándolo. Lo hizo con la ley de Enjuiciamiento Criminal; amplió los plazos cuando llegó al poder y ahora anuncia que acortará esos plazos para que los jueces que siguen procedimientos inquietantes para el prófugo y sus colegas de fechorías tengan menos tiempo. Acabó con el delito de sedición y reformó el de malversación y ahora replanteará vergonzosamente los de terrorismo y traición. Es un Maduro-Bis que quiere gobernar por él y para él, sin respetar normas, órganos independientes del Estado, y sin freno alguno. Es un presidente del Gobierno condenado doblemente por el TC que ni pestañeó ni dio explicación alguna.

La conexión rusa puede resultar letal para Sánchez no como la todavía misteriosa conexión marroquí. Afecta a la seguridad europea. Los Servicios de Inteligencia de Washington, Tel Aviv, Londres y París, los más dotados, llevan tiempo detrás de los manejos y las amistades rusas de Puigdemont. Sabían lo de las inversiones prometidas, la cobertura internacional, incluso el supuesto ofrecimiento de mercenarios del Grupo Wagner. Se achacará a la imaginación del fugado pero es evidente su apuesta por la traición.

Los lectores conocen mi interés por el pasado y la aparición de Rusia en esta historia me lleva a un tiempo viejo. El líder histórico socialista más parecido a Sánchez, por lo destructivo para su partido, es Largo Caballero, llamado el Lenin español. Sánchez dijo de él: «Actuó como hoy queremos actuar nosotros, comprometiéndose con su época, respondiendo ante la adversidad con más democracia». Falso, claro. No fue responder con más democracia provocar la revolución de Asturias de octubre del 1934, con casi dos mil muertos, ni sovietizar el PSOE.

En 1935 Largo Caballero señaló: «Nuestra meta es una Unión de Repúblicas Ibéricas Soviéticas» (…) «Portugal se incorporará a nosotros, confiamos en que pacíficamente, pero utilizaremos la fuerza si es necesario». (…) «Lenin ha declarado que España sería la segunda República Soviética de Europa y su profecía será una realidad. Yo seré el segundo Lenin que lo hará realidad». Otro ególatra.

Putin ha repetido que «fue un error permitir a las repúblicas dejar la Unión Soviética». Se cierra un círculo. La sintonía de Largo Caballero con Stalin fue total como atestigua su amplia correspondencia. En la contienda española se puso a las órdenes del enviado de Stalin, Alexander Orlov, y su entramado de espías. Es el centenario de la muerte de Lenin y aquel sueño suyo con España como objetivo, aderezado luego por Largo Caballero y ahora revitalizado por Puigdemont y los intereses de Putin, puede ser una pesadilla para Sánchez.

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