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30 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Europa sin democracia

Esas mismas autoridades belgas en ningún momento han movido un dedo por acallar la xenofobia de Carles Puigdemont, amparado por la justicia belga, ni por silenciar a los eurodiputados del entorno batasuno a lo largo de las décadas

Actualizada 01:30

Decía mi padre de algunas homilías dominicales que «...es que te quitan la afición». Pues a los europeístas acérrimos como servidor de ustedes también nos quitan la afición con algunos procederes que resultan incomprensibles cuando intentamos construir una unión política sobre la base de la democracia.
Ayer se vivió en Bruselas un incidente de mucha gravedad sobre el que El Debate les estuvo informando desde el primer momento. La Conferencia Nacional del Conservadurismo, agrupación que está en la onda de Vox, convocó un encuentro de dirigentes de toda Europa que están en su sintonía. Yo almorcé el lunes en Madrid con una persona que iba a intervenir en la conferencia y por eso seguí los acontecimientos con interés. A esta conferencia le prohibieron reunirse en dos hoteles diferentes de Bruselas y finalmente, a última hora de la noche del lunes, les dijeron que les recibían en el Sofitel.
Acusándoles de ser «tradicionalistas, homófobos e irrespetuosos con los derechos humanos de las minorías» la policía consideró que la reunión tenía una característica «aparentemente provocativa y discriminatoria» por lo que irrumpieron en la sala cuando estaba en uso de la palabra el exdiputado promotor del Brexit Nigel Farage. No existe mayor torpeza política que quitar la palabra a Farage. Farage es un líder disparatado que tiene que volver a Bruselas a promover sus ideas que nadie quiere oír ya en el Reino Unido donde el desencanto con el Brexit es inmenso. Unos enemigos políticos bien orientados le darían altavoces, no lo acallarían. En esa misma conferencia iba a intervenir hoy el primer ministro de Hungría, Víctor Orbán. ¿De verdad se puede en la UE –y en precampaña electoral– prohibir tomar la palabra en una conferencia política al jefe de Gobierno de un país miembro? ¿Puede eso ocurrir en una democracia? El gabinete del primer ministro, ante la imposibilidad de hablar en público consideraba anoche la opción de intervenir hoy en el centro cultural húngaro Ferenc Listz, en Bruselas, donde nadie se lo puede prohibir por ser territorio soberano de Hungría.
No he conseguido la transcripción de las palabras de Farage, pero como hace veinte años que estoy en un total desacuerdo con él y como está a la vista incluso de los ciegos a dónde ha llevado a mi querido Reino Unido su Brexit, dudo mucho que pudiese encontrar ningún punto de concordancia con él si hubiera atendido a la integridad de sus palabras. Pero la libertad de expresión es el primer pilar de una democracia. Y los partidos que participan en esta conferencia van a obtener una notable representación en las próximas elecciones europeas del 9 de junio en las que pueden llegar a formar el segundo bloque del Parlamento Europeo por delante del Partido Socialista Europeo. ¿También entonces irá la policía a disolver sus reuniones a puerta cerrada en los hoteles?
Lo que sucedió ayer en Bruselas es de una enorme gravedad. Yo no estoy de acuerdo con muchas de las ideas que defiende esta Conferencia Nacional del Conservadurismo pese a declararme conservador desde hace casi cuarenta años. Es la primera vez que en esta capital de Europa de facto los alcaldes de tres distritos diferentes impiden la reunión de una conferencia de partidos representados en el Parlamento Europeo, como Vox, que también participó. Pero esas mismas autoridades belgas en ningún momento han movido un dedo por acallar la xenofobia de Carles Puigdemont, amparado por la justicia belga, ni por silenciar a los eurodiputados del entorno batasuno a lo largo de las décadas. Verdaderamente, te quitan la afición.
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