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GaleanaEdurne Uriarte

El gran bulo

España tiene un grave problema con los bulos cuando es el propio presidente del Gobierno el que fabrica un gran bulo para acosar a sus críticos

Actualizada 01:30

¿Tiene un problema de bulos la democracia española? Pues sí, y uno enorme, el de un país donde el propio presidente del Gobierno paraliza cinco días las instituciones de la nación con el montaje de un gran bulo. Sánchez, un político acreditado por ser el líder más mentiroso de toda nuestra democracia, ha puesto el bulo en el centro de la acción gubernamental, y ha dejado pasmados hasta a esos que ensalzan con orgullo su capacidad para sorprender. Sobre todo, porque es a ellos a quienes más ha sorprendido, a los propios sanchistas. No hay más que repasar las encuestas a ciudadanos y las entrevistas a líderes de la oposición durante la reflexión presidencial. La gran mayoría valoró que todo era una operación de propaganda y que Sánchez no iba a dimitir. Mientras que los dirigentes socialistas y los periodistas de izquierdas anunciaron pesarosos que lo iba a hacer. Extraordinario, su admirado líder les ha dejado en un ridículo monumental.

Era evidente que la carta era un texto propagandístico para la movilización. Como era obvia la incompatibilidad con la depresión por amor de la personalidad del irresistible Mr. Handsome o del Perro Sanxe que aplasta a sus enemigos. Y como era igualmente inconcebible la dimisión voluntaria en un hombre que ha llegado a pactos impensables para mantenerse en el poder. Y, sin embargo, el gran bulo sobre su sufrimiento ha sido capaz de engañar a sus propios dirigentes, periodistas y votantes.

Si esto es un caso de estudio sobre la psicología de masas, lo es también sobre el deterioro democrático de un país en el que un presidente fabrica un gran bulo para lanzar una campaña contra sus críticos montada precisamente sobre los bulos, y con el apelativo de «máquina del fango» para quienes informan sobre casos de corrupción socialista. Y los suyos no solo se han tragado el bulo, sino que le han secundado en un inquietante manifiesto contra los medios de comunicación críticos hacia Sánchez.

Uno de los periodistas que ha participado en esta preocupante campaña es Joaquín Estefanía, apoyando a Sánchez y difundiendo el manifiesto contra la prensa crítica. Y quiere la casualidad que yo haya encontrado un viejo y revelador artículo suyo mientras me documento para mi próximo libro. Se trata de un artículo de hace 18 años titulado «La paradoja del mentiroso» en el que Estefanía, apoyado en libros como el de Michael Lynch, La importancia de la verdad para una cultura política decente, afirmaba que «el grado de tolerancia con respecto a la mentira política es un indicador barométrico de la calidad de la democracia». O que «la democracia es incompatible con la gran mentira política», y que «el político que miente es enemigo de la democracia, aunque haya sido elegido democráticamente».

En otras palabras, y repito el juicio de Estefanía, Pedro Sánchez es enemigo de la democracia. Ha mentido sin cesar desde que dirige al Partido Socialista, hasta plagiando la tesis doctoral. Y ahora ha elevado la mentira a su máxima expresión, engañando a los suyos, y, sobre todo, usándola contra la oposición. Si el grado de tolerancia a la mentira es un indicador de la calidad de la democracia, la actitud de la izquierda política, mediática e intelectual hacia el gran bulo de Sánchez nos dará una buena idea de esa calidad.

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