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18 de mayo de 2024

Pecados capitalesMayte Alcaraz

El ministro de censura, al corral

Ernest es el mejor ejemplar de la izquierda caviar que tiene este Gobierno. Criado en pijolandia va de propalestino y defensor de los pobres, mientras compadrea con los xenófobos de la barretina

Actualizada 01:30

Ser ministro de Cultura es como ser la guinda en un pastel. Luces, te ven, pero realmente no tienes ninguna importancia ni nadie repara en ti. Vamos, que tu cargo no sirve para nada, no tienes competencias estimables y últimamente te nombran solo para cubrir alguna cuota territorial, ideológica o cultural; es la pedrea de un Gobierno. El primero que se dio cuenta de ello fue Jorge Semprún con Felipe González y cuando sufrió la vacuidad del puesto enhebró hacia Francia. Antes y después –justo es señalarlo– ocuparon esa cartera figuras relevantes como Pío Cabanillas, Manuel Clavero, Ricardo de la Cierva, Soledad Becerril, Jordi Solé Tura, Mariano Rajoy, César Antonio Molina o Íñigo Méndez de Vigo, entre otros.
Pero desde que llegó Pedro Sánchez al poder, el Ministerio amenaza ruina con unos titulares cuya espesura cultural asusta. El elenco sanchista en Cultura –cinco ministros en cinco años– sonrojaría a cualquiera: Máximo Huerta, que duró una semana en el cargo; José Guirao, tristemente fallecido; José Manuel Rodríguez Uribes, que no hacía nada por la mañana y por la tarde lo pasaba a limpio y ahora está afanándose en dar la puntilla al fútbol; Miquel Iceta, más preocupado de lavarle las vergüenzas al separatismo que de defender la cultura española, hasta llegar al camelo último, Ernest Urtasun, nombrado por una insignificancia con laca llamada Yolanda Díaz, para completar su cuarto y mitad de ministros en el Gabinete de coalición.
Ernest es el mejor ejemplar de la izquierda caviar que tiene este Gobierno. Criado en pijolandia va de propalestino y defensor de los pobres, mientras compadrea con los xenófobos de la barretina. Inauguró su mandato amenazando con desintegrar la colección del Museo del Prado para emprender un reparto «plurinacional» de goyas. Luego nos dijo que intentaría revisar el patrimonio museístico español para «superar los marcos coloniales». Es decir, tenemos un ministro para poner a parir la historia de España. La mayor fabulación de la humanidad –la leyenda negra– ha alcanzado rango ministerial en nuestro país. Esa misma izquierda adanista, que quiere mudar la lucha de clases enfrentando nuestro presente con nuestro pasado, nos atiza ahora un garrotazo populista ordenando retirar el premio nacional de Tauromaquia que concede su analfabeto negociado. Como no tiene en qué entretenerse como ministro ha identificado toros con identidad española y zas, a acosar a la fiesta.
Afortunadamente la reputación de la cultura taurina está por encima de ministros iletrados que solo pueden presumir a estas alturas de pocas lecturas y mucho sectarismo. Invitemos a don Urtasun a que se pasee por la feria de San Isidro que arranca ahora y vea cómo se rebosa de aficionados la plaza de Las Ventas. Le aseguro al ahijado de Yolanda que centenares de los que ocupan con pasión sus localidades son de izquierda, votan izquierda y aman los toros como lo hicieron Goya, Dalí, Lorca o Hemingway. Pero don Ernest bastante tiene con seguir alimentando su basta producción académica: ha publicado 36.000 tuits en la última década.
Si Urtasun tuviera un gramo de responsabilidad defendería la Fiesta, una de sus principales obligaciones como ministro de España. No lo hace porque se debe al histerismo animalista como parte de la nueva religión laica que nos quieren imponer. Lo bueno que tiene esta última maniobra es que no solo no debilita a la tauromaquia, sino que la fortalece. De hecho, la incomodidad que le provoca a Sánchez y al ministro de Censura los toros es la mejor garantía de que su reputación está en el mejor momento.
Los toros son un bien cultural ya reconocido, un patrimonio inmaterial de los españoles y, sobre todo, un derecho constitucional consagrado por el TC, que seguirá aquí, esplendoroso e ilustrado, cuando a este dirigente de Sumar lo hayan devuelto al corral y esté cobrando su pensión de exministro. No tardaremos en verlo.
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