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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Las viudas belicistas de Francisco

El espectáculo de Sánchez nunca tiene fin y vive ahora un momento cumbre

Actualizada 00:19

El coro de viudas del PSOE y aledaños que ha enterrado con urgencias al Papa Francisco, como si fuera el viejecito Múgica de Uruguay o Julio Anguita, tiene los mismos escrúpulos que una manada de hienas en la sabana africana o un grupo de inspectores a comisión de la Hacienda de Montero, pero no da puntada sin hilo. Su afectación sobreesdrújula no es casual, ni tampoco obedece en exclusiva al deseo de espantar los fantasmas de la corrupción y el bloqueo del Gobierno con uno de los conejos habituales de la chistera sanchista, aunque también.

Se trata, ante todo, de establecer una diferencia entre la Iglesia y Francisco, como entre el PP y la derecha europea, que no solo explote en beneficio propio la artificial ceremonia de respeto o convivencia con fronteras ideológicas o espirituales remotas: también va de establecer una diferencia entre ellas y sus versiones domésticas que justifique la apuesta por la confrontación de bloques. Por las dos Españas.

De igual modo que Feijóo es un fascista entregado a la ultraderecha pero el PP europeo un socio fiable; Bergoglio es un ser de luz pero la Iglesia española es un reducto del franquismo, instalada sentimentalmente en el Valle de los Caídos y compuesta, casi en exclusiva, por curas pederastas, homófobos, machistas y xenófobos que aspiran a poner bajo palio a uno de los suyos para recrear un nuevo espíritu nacional.

Lo de menos es casi el vodevil improvisado por un orfeón de afectados con lágrimas de cocodrilo, pues hasta en ese caso es de agradecer que por una vez digan lo correcto, aunque sea impostado. Lo sustantivo es que hasta en estos momentos se utilizan las emociones ajenas a beneficio de una causa agresiva que tiene en la trinchera su hábitat natural.

No es casual que todo lo relativo a la Fe encuentre en el Gobierno por respuesta el desprecio, la ofensa, la indiferencia o el asalto, con una caricatura grotesca que desprecia a los feligreses y a sus pastores con crueldad: la labor social es un negocio, la penitencia por los abusos una pose y las opiniones disidentes, por elaboradas, reflexivas y decentes que sean, una injerencia golpista, del mismo calibre que las investigaciones periodísticas que desnudan al Capo del PSOE, enlatadas todas en la máquina del fango.

Se trata de la misma estrategia fundacional de esta nueva izquierda tan antigua, consistente en segmentar a la población en grandes grupos a los que dirigir políticas asistencialistas y movilizadoras concretas, en beneficio electoral propio, y describir a siniestros brochazos a las excluidas, convertidas así en un feroz enemigo a derribar que cohesiona las filas propias.

Presentar a un finado ilustre como una especie de Greta Thunberg preocupada por los pingüinos, renunciando incluso a debatir con él su contundente postura contra el aborto o la eutanasia tan de moda con Sánchez, es la penúltima bellaquería de un Régimen que nunca tuvo principios pero ahora, además, ha demostrado carecer de sentimientos.

Hay que tener la moral muy escuálida para presentar al Papa Francisco como a una especie de Che Guevara y salir ahí con todo su papo a resaltar su pacifismo, que está en la base hasta de la crucifixión de Cristo, el mismo día en que anuncias una inversión de 10.000 millones en armas, aunque sean pistolas de agua para engañar a Von der Leyen y a Yolanda Díaz a la vez.

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