Calzoncillos
Y Tip, mientras Mariano Medina resumía el tiempo, llegó gatas junto a él, le desabrochó los pantalones y Mariano, quebrado de risa, tuvo que soportar que todo el personal del plató admirara sus muslos y pantorrillas y unos calzoncillos carmesíes estampados de ranas blancas
Los martes por la noche presentaban en TVE un concurso Luis Sánchez Polack, Tip, y Antonio Ozores. De vuelta a casa, descendían por el Paseo de La Habana, y contaban las antenas de televisión instaladas en los primeros hogares televidentes. –Mira, Antonio, hoy han plantado quince antenas más. Vamos a arrasar–. Cuando llegaron a contar 300 antenas en el Paseo de La Habana, la avaricia les rompió el saco. Pidieron un aumento de sueldo correspondiente a la muchedumbre que seguía su programa. –¡300 antenas! director, hemos llegado a las 300 antenas en el Paseo de La Habana, y nos sigues pagando como al principio, con menos de 25 antenas. Si lo prefieres, nos vamos–. Y el director, muy a lo americano, en mangas de camisa y con los pies descansando sobre la mesa, se mantuvo en sus trece. –Pues ahí tenéis la puerta–. Les quedaba un programa para cumplir el contrato y Tip le adelantó a Ozores su venganza. Cuando abandonaron el despacho del director, Tip se despidió de esta guisa. –¡Adefesio! Nos echas, pero te beso–. Y le plantó un beso con sonido en la calva.
A la semana siguiente, el Telediario se desbocó. Jesús Álvarez, Blanca Álvarez y Laurita Valenzuela, tuvieron que interrumpir la emisión porque las carcajadas nerviosas se lo impedían. Cerraban el informativo con un suceso muy triste después del tiempo sagrado de Mariano Medina, el primer y querido por todos 'Hombre del Tiempo'. Con su pequeño mapa de España rodeado de ciclones, anticiclones, isobaras y arriesgados vaticinios del clima, Mariano Medina se había convertido, no sólo en una estrella, sino en un personaje popular y querido por todos. Y Tip, mientras Mariano Medina resumía el tiempo, llegó gatas junto a él, le desabrochó los pantalones y Mariano, quebrado de risa, tuvo que soportar que todo el personal del plató admirara sus muslos y pantorrillas y unos calzoncillos carmesíes estampados de ranas blancas. Fueron expulsados, pero las presiones de Mariano Medina y los grandes de TVE consiguieron que el programa fuera renovado con un considerable aumento de sueldo. En señal de gratitud le regalaron al director una lata de melocotón en almíbar (Tip) y una lata de sardinas Massó (Ozores) y se lo entregaron al director en su despacho. –Es lo mejor de hemos podido encontrar, Adefesio– y le plantó otro beso en la calva
Tiempos de Marianín y Teresita, de Walter y sus violines –sobrevivió a un fusilamiento en Varsovia de un pelotón alemán–, de los enormes televisores Gründig o Telefunken, del reloj Duward, el reloj perfecto… Las películas de Broderick Crawford y Lloyd Bridges y el Llanero Solitario. Los rombos, la carta de ajuste, la poesía encendida previa al himno nacional.
Cuando murió el concurso, ya no contaban las antenas de televisión. El enlace con Miramar en Barcelona, Echenique y José Luis Barcelona, y como decía Luis: «pobres pero libres».
La nostalgia no es un error. Es respeto a los recuerdos felices.