Hotel Joan March
Ahora, los bisnietos de Rosa March, hermana del multimillonario, se proponen convertir la mansión en un hotel boutique que llevará el nombre de Joan March
Cuando Joan March, el mítico financiero mallorquín, estaba a punto de contraer matrimonio con Leonor Servera, su padre -l'amo en Verga vell- como era conocido en Mallorca- construyó un bello caserón en el centro de Santa Margalida para que fuese la residencia de la novel pareja. El viejo mercader había tenido que comprar tres inmuebles y los jardines del antiguo palacio del conde de Formiguera para que la futura mansión estuviese a la altura de la categoría social de sus consuegros, por aquel entonces una de las familias más ricas de Mallorca.
En aquella casa Joan March – un joven cuyas ambiciones eran parejas con su extraordinaria inteligencia- instaló la que fue la primera oficina de la Banca March, por aquellos días dedicada exclusivamente a la gestión de depósitos. En 1904 el orgulloso padre enseñó la obra, ya terminada, a su hijo, quien en el curso de la construcción no se había inmiscuido para nada en la misma. Sabía que el carácter de su progenitor -un hombre irascible con el que nunca se llevó bien- no lo hubiese tolerado.
108 años después de aquella escena -que yo recreé de manera un tanto novelada en mi libro Joan March de prop, editado por el ayuntamiento de Santa Margalida- visité la mansión, que estaba -y está- en un perfecto estado de conservación. Incluso tuve el honor de acompañar a Leonor March -una de las dos nietas del financiero que todavía viven- a conocer el que fue el hogar de su abuelo, cuyo umbral hasta entonces ni siquiera había pisado. El edificio, con un cierto aire modernista, impresionó a la dama no tan solo por la calidad de los materiales empleados en su construcción, sino también por los recuerdos familiares que atesora.
Los promotores han solicitado ya la concesión de 50 plazas turísticas
Ahora, los bisnietos de Rosa March, quien fuera hermana del multimillonario, se proponen convertir la mansión en un hotel boutique que llevará el nombre de Joan March. Los promotores han solicitado ya la concesión de 50 plazas turísticas. La noticia -insinuada en una columna de opinión de un diario de Mallorca- ha sido contrastada en todos sus detalles por quien esto suscribe.
Sin embargo, no será nada fácil que el proyecto se lleve a cabo. La concesión de dichas plazas depende del Consell Insular de Mallorca. Sabido es que el departamento de Turismo de esta institución, dirigido por el conseller José Marcial Rodríguez, no se distingue precisamente por su agilidad. Los promotores son conscientes de que han iniciado un largo y abrupto camino y que las dificultades surgirán como las setas en otoño.
En Santa Margalida, así como toda la zona norte de Mallorca, la noticia ha levantado gran expectación. Un hotel de lujo situado en un pequeño y tranquilo pueblo, a unos pocos kilómetros de las playas más atractivas de Mallorca y con el marchamo de poner en valor la figura -siempre discutible pero también fascinante- de Joan March, sería un alto valor añadido a la oferta turística de una zona ya privilegiada.
Para algunos observadores, con los que he tenido ocasión de comentar esta noticia, sorprende que el centenario caserón -que estuvo en venta durante algún tiempo- no haya sido objeto del deseo de las más altas instancias de la Banca March. Existían un sinfín de posibilidades, entre ellas la instalación de un museo dedicado a la apasionante vida del mallorquín que se tuteaba con Churchill y que, para bien o para mal, cambió la historia de este país. Finalmente, burocracia mediante, será un hotel de lujo.