De puteros y acosadores
Puteros y acosadores han proliferado en nuestro tiempo. La aportación del sanchismo ha sido y es relevante. Los ataques a mujeres han crecido y sus muertes a manos de hombres también. Y no es ya literatura. Pero en la España de Sánchez todo va como un cohete. Para mal
Hoy va de literatura y política sobre un tema de tradición y actualidad. Eché la vista atrás y la corrupción socialista ha ido unida al puterío y no menos al acoso sexual. Desde Roldán a Koldo y a Ábalos, pasando por los ERE, Tito Berni, Errejón, Monedero, Salazar y otros. El PP abrió página con el caso de Nevenka, concejal de Ponferrada. Tras romper sus relaciones en 1999 con el alcalde, Ismael Álvarez, la joven le denunció en 2001 por acoso sexual y fue el primer condenado de cierto copete por ese delito. Se dedicaron al tema hasta una película y una novela.
Sus antecedentes literarios son claros: Arte de las putas, de Nicolás Fernández de Moratín, un referente del género de literatura erótica. Compuesto a principios de la década de 1770, circuló clandestinamente por la censura de la Inquisición, hasta más de un siglo después de ser escrito, en 1898. Estuvo incluido en el Index Librorum Prohibitorum, sin editarse ni circular libremente, aunque fue muy elogiado en su tiempo. Es un anecdotario sarcástico de la prostitución en el Madrid de la época.
Esta obra de Moratín suele relacionarse con El jardín de Venus, del fabulista Félix María Samaniego, del mismo tono, pero más procaz; otra referencia. Circuló ampliamente en manuscritos. Por sus textos considerados licenciosos, Samaniego, tan meticuloso en sus fábulas, sufrió persecución y proceso por la Inquisición y, según Julio Cario Baroja, fue confinado en 1793 «por una temporada» en un convento. Se publicó ya en 1921. Estos ejemplos muestran, como tantos otros, la hipocresía de la época y una misoginia desbordada.
No mirando tan atrás, a nuestro Nobel Camilo José Cela, generoso amigo desde mi juventud primera, se le debe Izas, rabizas y colipoterras. Drama con acompañamiento de cachondeo y dolor de corazón, de 1964. El título le llegó de un soneto de las Adiciones de Amberes al Cancionero General de 1573. El primer cuarteto incluye sinónimos de prostituta en la época: «De cuantas coimas tuve toledanas, / de Valencia, Sevilla y otras tierras / iças, rabiças y colipoterras, / hurgamanderas y putaraçanas». Es uno de los éxitos olvidados de Cela.
Ábalos proclamó «soy feminista porque soy socialista». Su feminismo tiene nombres propios de izdas pagadas con dinero de todos, incluyendo apartamentos y viajes oficiales, tanto como indicaciones sobre sus habilidades íntimas que le trasladaba Koldo. Las féminas del radicalismo de izquierdas nunca denunciaron, por ejemplo, la persecución y muerte de mujeres en Irán. Incluso el régimen de los ayatolás sufragó una televisión a Iglesias, mientras él machacaba el móvil de una amiga acaso en actitudes que no le parecieron visibles para otros.
Las mujeres del sanchismo pontifican sobre feminismo, pero permiten que se extravíen papeles de la investigación interna sobre el presunto acosador Salazar, nada menos que en Moncloa, mientras condenan al silencio a sus víctimas, y sin llevar el caso a la Fiscalía que, obviamente –«¿De quién es la Fiscalía? Pues eso»– no inicia de oficio ninguna investigación. Sí interviene la Fiscalía en el caso de Torremolinos. La víctima denunció hace meses el acoso que sufría del secretario general del PSOE en el municipio, Antonio Navarro, y también se dirigió a Ferraz sin resultado, saltándose su propio protocolo.
El feminismo sanchista es de opereta bufa. Limitado y dirigido. No pasa de la inclusión de mujeres en el Gobierno, pero calladitas. Al Ministerio de Igualdad, que iba a ser herramienta definitiva contra el acoso y el riesgo de las mujeres, debemos la aberrante ley del «Solo sí es sí», de la indocumentada Irene Montero, que puso en la calle a centenares de violadores. El ministerio de Igual-da no hace gran cosa, pero su titular se sienta en el Consejo de Ministros. Parece que no ve, no oye y no habla como el monito sabio de la leyenda japonesa, representado por primera vez en el santuario de Toshogu, nada menos que en 1636.
Puteros y acosadores han proliferado en nuestro tiempo. La aportación del sanchismo ha sido y es relevante. Los ataques a mujeres han crecido y sus muertes a manos de hombres también. Y no es ya literatura. Pero en la España de Sánchez todo va como un cohete. Para mal.
P.D.- Alfonso Ussía. Me niego a que sea memoria del pasado. Cuántas veces recibí, tras un libro o un artículo, el premio de su llamada generosa. Descanse en paz el viejo y admirado amigo.