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HorizonteRamón Pérez-Maura

Pedro Sánchez y María Corina Machado

Lo que hoy debemos tener presente es que la destrucción de la institucionalidad en España que está perpetrando Pedro Sánchez es exactamente la misma que se produjo en Venezuela a lo largo del último cuarto de siglo

Es casi sucio juntar en un titular el nombre de la premio Nobel de la Paz y el del presidente de un Gobierno desbordado por la corrupción y las denuncias por acoso sexual. Machado lleva año y medio en las catacumbas, sin poder salir libremente a la calle. No pudiendo dar la cara porque eso sería, en la práctica, marchar hacia el cadalso.

Yo tengo hace tiempo una opinión bastante crítica sobre el premio Nobel de la Paz. Tengo contado el escándalo que me pareció que se le concediera a Juan Manuel Santos. Recordarán los hechos. Los colombianos rechazamos en una consulta el plan de paz –que más bien era de rendición– con las FARC. El plan de paz era auspiciado por Noruega y la presidente del Comité Nobel noruego, Kathy Kulman-Five, que anteriormente había sido consejero de la petrolera estatal noruega y había negociado con Santos y conseguido la concesión de campos de extracción de petróleo en la costa Caribe de Colombia. Ella fue quien otorgó el galardón.

A aquel Comité Nobel le importó una higa que la mayoría de los colombianos que participaron rechazaran el acuerdo y Santos se llevó su Nobel que era lo único que le importaba. De las consecuencias para Colombia de ese premio, creo que no toca hablar hoy.

Ayer me reconcilié con este premio por el discurso del presidente del Comité noruego, Jørgen Watne Frydne. Su denuncia del «régimen brutal de Nicolás Maduro» y cómo estableció la diferencia entre «la propaganda y la información» y denunció la manipulación que se hace al presentar a la oposición como un movimiento violento cuando «la fuente de la violencia son aquellos que están en lo más alto y que se niegan a dejar el poder».

Hay que reconocer la trascendencia de este premio a María Corina Machado. Una opositora valiente que se ha jugado la vida saliendo del país y que, con toda probabilidad, se la volverá a jugar intentando regresar a su escondite interior. Y mi pregunta es: ¿A Pedro Sánchez le da exactamente igual la suerte de Machado? ¿Hasta dónde va a llegar su apoyo apenas disimulado a la tiranía venezolana?

La podredumbre del Gobierno español no solo es evidente dentro de nuestras fronteras. Precisamente el caso de Venezuela hace que estemos en el punto de mira de Estados Unidos. Y sumemos a eso el estado de nuestras relaciones con Israel. Peor imposible. Como Sánchez empieza a hacer agua por todas partes, ahora ya hasta dentro de la Internacional Socialista empiezan a surgir duras críticas contra él, como la realizada por la secretaria de Asuntos Internacionales del PRI mexicano, Sofía Carvajal. En un Partido Socialista que ya solo es un Partido Sanchista no hay posibilidades de que surjan disidentes. El partido como organización está muerto. Pero en la Internacional Socialista, sí.

Lo que hoy debemos tener presente es que la destrucción de la institucionalidad en España que está perpetrando Pedro Sánchez es exactamente la misma que se produjo en Venezuela a lo largo del último cuarto de siglo. Y que el control gubernamental de todas las instituciones que ha asaltado Sánchez solo puede indicar que el sanchismo no piensa dejar el poder de ninguna de las maneras. Quizá los españoles acabaremos necesitando tener nuestra propia María Corina Machado. Y quién sabe, tal vez esa María Corina estaba ayer sentada en el Ayuntamiento de Oslo presenciando la entrega del premio a la hija de Machado. Quizá.

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