Napoleonchu dinamita la carrera diplomática
Entre el 'container' en Afganistán y el Cuerno de África no estoy seguro de qué es peor. Está visto que dejar de ser embajador en Londres implica enfrentarse a muchos riesgos
Mi buen amigo Santiago Tamarón dimitió como embajador en Londres tan pronto como José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones el 14 de marzo de 2004. Creo que no exagero si digo que él no estaba dispuesto a representar allí a un Gobierno salido de unas elecciones cubiertas de sangre. Cuando uno dimite así, es lógico que se vaya al pasillo del Ministerio. Y es lo que le pasó al marqués de Tamarón.
Al cabo de un tiempo solicitó ser recibido por el ministro, Miguel Ángel Moratinos, y le pidió a este un puesto singular. En algún remoto territorio de Afganistán había un puesto de observación al que debía estar destinado un diplomático español. El diplomático se alojaba allí en un container y se jugaba la vida, no solo por eso. Como es lógico, se asumía que el puesto era para ser cubierto por lo más bajo del escalafón. Pero claro, si algún veterano lo pedía, había que dárselo. El embajador pidió ese destino y Moratinos dijo a Tamarón que hiciese el favor de no crearle problemas y que se fuese por donde había venido.
Me acordaba de todo esto el pasado miércoles, viendo las resoluciones del Consejo de Ministros por las que se nombra embajador en misión especial para los Grandes Lagos y el Cuerno de África a don José Pascual Marco Martínez. Hasta ese momento, el embajador Pascual era nuestro hombre en la Corte de San Jaime. Entre el container en Afganistán y el Cuerno de África no estoy seguro de qué es peor. Está visto que dejar de ser embajador en Londres implica enfrentarse a muchos riesgos. Con la diferencia de que a Moratinos no se le ocurrió plegarse a la malévola ocurrencia de Tamarón, mientras que intuyo que no ha sido idea de Marco pedir el Cuerno de África.
José Pascual Marco fue nombrado en Londres por el actual Gobierno socialcomunista, así que no debe de ser un facha para que ahora le castiguen con este destino. Es verdad que durante el Gobierno Rajoy tuvo responsabilidades en los ministerios de Cultura con Íñigo Méndez de Vigo y Exteriores con Alfonso Dastis. Pero yo más bien creo que es un profesional con poca ideología que sigue las pautas de cada Gobierno.
Ahora, cuando digo que Napoleonchu dinamita la carrera diplomática, obviamente no lo digo por mandar a Marco al Cuerno. Lo digo por el nombramiento de Emma Aparici Vázquez de Parga como embajadora en Londres. Eso sí que es dinamitar la Carrera. En el escalafón, Aparici es consejera de Embajada y, por supuesto, no ha sido nunca jefe de misión. Se estrena en Londres. Pelotazo.
No hará falta extenderse sobre su indisimulado sanchismo. Hasta ahora era jefa del Departamento Internacional de Sánchez en la Moncloa. Es decir, aunque sea diplomática, el suyo es el nombramiento de un embajador político. Pero es el peor tipo de embajador político, el de Carrera, porque estos nombramientos son los que rompen el principio jerárquico y escalafonado de la Carrera y hacen más daño. La dinamitan.
Y todo esto se produce en un momento en que la cuestión de Gibraltar duerme el sueño de los justos. Antes del verano se firmó algún tipo de acuerdo con británicos y gibraltareños, por el que rápidamente se condecoró a los negociadores españoles. Pero todavía no se ha hecho público lo que allí se acordó. José Pascual Marco, por cierto, es un especialista en Gibraltar, pero fue marginado en todo el proceso negociador. ¡El embajador en Londres! Va a ser verdad que para eso es mejor enviar de embajador allí a un consejero de embajada.