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HorizonteRamón Pérez-Maura

Ya nadie conoce a Ábalos

Los tres tienen ante sus ojos un indicio muy claro de cómo aliviar sus penas: cooperar con la Fiscalía. Ahí está el ejemplo de Víctor de Aldama. Desde el primer día se puso a cantar

Debe ser un poco menos duro acabar en Soto del Real cuando tienes por compañero de celda a un íntimo amigo tuyo que te conoce hasta tus últimos defectos y debilidades. De lo poco que sabemos de lo que ocurre dentro es el comentario de la pareja del exministro que dijo a los medios de comunicación que le llevaba ropa de abrigo porque tienen escarcha en la habitación.

Jamás he estado en esa, ni en ninguna otra prisión ni de visita, afortunadamente. Pero las prisiones españolas tienen fama de tener unas condiciones de acomodo y salubridad excelentes dentro de lo que son esos centros. He oído decir estos días que todas las prisiones de países occidentales son de una calidad similar a las españolas. Falso. En mi familia hay una abogada penalista que ejerció durante un tiempo en Nueva York, donde tuvo que visitar prisiones con alguna frecuencia. Ella me cuenta que la calidad de los centros penitenciarios en el estado de Nueva York es tercermundista en comparación con las españolas. Que el preso puede morirse en la celda y ni se enteran. Es un testimonio de primera mano.

En las muchas horas de no hacer nada a las que se enfrenta, Ábalos ahora puede reflexionar sobre las características personales de Sánchez. Mientras Víctor Ábalos cuenta que Pedro Sánchez tenía cama propia en la casa de los Ábalos, el presidente del Gobierno ahora nos dice que apenas conocía a Ábalos. Debe de ser una moda que yo todavía no conozco: tener cama en casas de gente que apenas conoces. Ya nadie conocía a Ábalos.

Los tres pasajeros del Peugeot que están o han estado en prisión sin duda estarán reflexionando estos días sobre cómo sus rivales en las primarias que ganó Sánchez, apoyado casi exclusivamente por ellos, están ahora colocados con Pedro Sánchez. Esa es una característica de Sánchez: tener un proceder casi sanguinario. Mata políticamente a sus más estrechos aliados con tal de permanecer él en el machito.

El problema es que ahora tres de sus muertos pueden cantar la Traviata porque no están dispuestos a que su compinche se vaya de rositas mientras a Ábalos, por ejemplo, le piden 24 años. Que se dice pronto. Aunque se quedaran en la mitad tras la sentencia. Los tres tienen ante sus ojos un indicio muy claro de cómo aliviar sus penas: cooperar con la Fiscalía. Ahí está el ejemplo de Víctor de Aldama. Desde el primer día se puso a cantar. Fue por medios de comunicación dando información de la máxima gravedad. Desde el PSOE se minusvaloró a Aldama y se dijo que hablaba sin pruebas. Pero cada informe de la UCO es una ratificación de lo que dice don Víctor.

Así que viendo que a Aldama le piden solo siete años gracias a su colaboración con la Fiscalía, ¿qué no estarán pensando Ábalos y Koldo en las largas horas de celda? ¿Y Cerdán encerrado en su casa de Milagro con su mujer? La deshonra de la cárcel ya ha caído sobre ellos. Con lo que ya sabemos de sus actividades y no me refiero solo a las prostibularias, es difícil que nunca puedan ser vistos como personas respetables. Lo más a lo que pueden aspirar es a tener una pena de cárcel lo más breve posible y a quitarse de en medio, perdidos en el pico de un monte.

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