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Cartas al director

Las dos soledades

Los místicos no se sienten solos, sino con Dios, pero quienes no hemos pasado por las tres vías(purgativa, iluminativa y unitiva) no estamos con Dios, sino con nuestros miedos: a la incertidumbre, al otro y a tener miedo. Sí, la fobofobia nos sume en una soledad terrible, pues nos paraliza aún más que el simple miedo. El miedo a tener miedo nos aísla de la sociedad, del habermasiano «mundo de la vida».
Mientras un místico ha conseguido la purificación, un saber especial que lo ilumina, y su alma ha entrado en contacto con Dios hasta confundirse con Él, un ser neurótico ha sido aislado por su enfermedad, viviendo una soledad no deseada. Dos soledades: la primera es la de un afortunado; la segunda es la más abundante en un mundo donde la comunidad ha cedido mucho terreno a la jungla, a la realidad virtual, que crea en nosotros la falsa ilusión de estar acompañados, cuando, en rigor, estamos sólo delante de una pantalla. ¡Trágico destino incurable!