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10 de mayo de 2024

Cartas al director

Aizkolari Koldo: hachazo al Gobierno Sánchez

Si la amnistía en ciernes –inmunidad por votos– a favor del frikipersonaje Puigdemont y sus secuaces golpistas estaba suponiendo una lenta corrosión para el actual Gobierno, el «caso Koldo» –mascarillas por dinero irregular en plena pandemia– puede suponer un hacha que parta definitivamente el tronco de un Ejecutivo ya de por sí comido por las termitas separatistas y la carcoma «ultra» –de izquierdas– que se alimentan de él.
Permítase la metáfora: y es que Koldo García, uno de los supuestos principales beneficiados de esta nueva desvergüenza del actual PSOE, fue literalmente un esforzado aizkolari –cortador con hacha– proveniente de Navarra, de donde, al parecer, arribó a las cúpulas del partido a través de Santos Cerdán, el inefable negociador en Suiza –precisamente con Puigdemont– de los destinos de España... Todo escalofriante. En especial –ahora que ha estallado el escándalo– para el todavía diputado Ábalos, quien promocionó, cuando era ministro, al ya tristemente célebre aizkolari, elevándolo de «asistente» a «asesor» e, incluso, a consejero de Renfe... Y escalofriante también para Pedro Sánchez y toda la «sanchosfera» (que cumple la consigna urgente de «no saber nada» de las andanzas del compañero –Koldo– ni casi de su misma existencia).
Pero tengamos en cuenta algo revelador. Y es que el presidente del Gobierno, a preguntas sobre este turbio asunto, ha contestado textualmente: «Si quieren que lo diga de manera mucho más rotunda, por supuesto que no (sé nada)». Esto suena a «déjà entendu», «ya escuchado», en otras sonoras declaraciones –«si quiere se lo digo cinco veces o veinte (…), con Bildu no vamos a pactar»–. En definitiva: que «por supuesto que no» ha de traducirse como «por supuesto que sí», y, por tanto, que debe de saber –y mucho– del entramado «Ábalos-Koldo-et alii» este nuestro máximo dirigente del país, quien llegó a la más alta magistratura esgrimiendo la espada de la transparencia para hacerla chocar contra, precisamente, el hacha de la corrupción hasta hacer que ésta cayera, en derrota ejemplar, por el suelo…

Emilio López

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