A Dios rogando, y con el mazo dando

Entre las muchas aristas que podrían plantearse como objeto de reflexión a propósito del caso Koldo y que está salpicando a la plana mayor del socialismo en nuestro país, uno de los que más me llama la atención, quizá por estar pasando desapercibido de una forma lógica ante tantos millones de euros supuestamente trincados por unos y otros, es la defenestración que este caso hace de los conceptos de «justicia social» y «meritocracia», nociones sobre las que el socialismo se ha erigido en adalid y abanderado frente a todo y todos los que no sean ellos, que serán entonces, siguiendo la lógica sanchista, representantes del retroceso y la desigualdad: lo que él llama la «fachosfera».

Sin embargo, mientras entonan este canto, sus actuaciones se desvían notoriamente de la teoría que defienden, pues hemos podido comprobar gracias a este caso que en la «praxis» un portero de prostíbulo –con toda la dignidad que supone el trabajo de vigilante de seguridad– pasa a ser concejal, de concejal a hombre fuerte de Ábalos y número dos oficioso durante su ejercicio como ministro de Transportes, Agenda Urbana y Movilidad – lo que toda la vida fue Fomento – y, como «cumbre de toda buena fortuna», como diría el pícaro Lázaro aunque, sin duda, mucho más honrado que todo el dramatis personae del esperpento al que día a día estamos asistiendo, ocupar el cargo de consejero de Renfe Mercancías y, todo ello, gracias al compadreo y la francachela política, como en la misma línea escandalosa que ya se situaron casos como el del hermanísimo Juan Guerra o Roldán durante los gobiernos de Felipe González.

En fin, pone esto de manifiesto una escandalosa contradicción entre lo dicho y lo hecho, entre la teoría y la puesta en práctica, colisionando frontalmente contra aquella máxima que defiende la izquierda cuando llega al poder según la cual vienen a limpiar de casta política las instituciones, a desmontar los tinglados de enchufados y a devolver a la ciudadanía el control de la política: un caso de manual de aquello de «a Dios rogando, y con el mazo dando».