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Cartas al director

La hipocresía de Sánchez

No es muy ético ir a Roma a hacerse una foto con el Papa Francisco y, de paso, pedirle que viaje a Canarias para poner el foco en la inmigración y, al mismo tiempo, dejar solo al Gobierno de Canarias en la lucha con este fenómeno grave, no pedir a Europa que la agencia europea Frontex ayude en la solución, no convocar una conferencia de presidentes autonómicos para buscar el compromiso de todos y no forzar a los gobiernos europeos a que afronten de una vez por todas, de una manera seria, un asunto que algunos pueden convertir en una guerra del odio hacia el que viene buscando una vida digna.

No es verdad que España sea un coladero y que todos los migrantes que llegan aquí huyendo de la miseria, la muerte, la guerra, las violaciones o la persecución, incluso por la falta de oportunidades y por el legítimo derecho de vivir con dignidad, sean tratados a cuerpo de rey, con pagas, vivienda gratis y otros beneficios «que les quitan a los españoles». La realidad es totalmente diferente. Muchos de ellos viven en la calle pidiendo limosna o hacinados en centros de internamiento y en centros para menores no acompañados, sin el personal necesario para ser atendidos, sin actividades de ningún tipo, sin que nadie les ofrezca la oportunidad de estudiar, de aprender nuestro idioma, de formarse en trabajos que demandan nuestras empresas y que los españoles no queremos.

«No hay nada más racista que querer a los migrantes para cambiar pañales, pero no de vecinos». Lo dice Lourdes Reyzábal, presidenta de la Fundación Raíces, creada con su añorado marido, el abogado Nacho de la Mata, que saben lo que es acoger a migrantes menores no acompañados en su propia casa, darles una formación y ayudarles a encontrar trabajo digno —muchos de ellos lo han encontrado en algunos de los mejores restaurantes españoles gracias al programa Cocina Conciencia—, apoyo jurídico y una oportunidad de vivir con dignidad. La Fundación atiende a 550 migrantes menores, que no responden al calificativo peyorativo y criminalizado de 'menas' sino que tienen nombre, apellidos y, sobre todo, derechos, igual que nosotros.

Genaro Novo

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