De la Mareta al Hermitage

¡Qué dulce queda el paladar disfrutando con dinero ajeno! Y qué bien si, también, se dispara con pólvora del rey, por esa facilidad de utilización del poder despilfarrando, sin control, los recursos ajenos.

Cualquier ciudadano de a pie, y, con más inri, cualquier funcionario, cuando cogen sus vacaciones, por regla general, alquilan un piso, un apartamento, o eligen el hotel más barato que ofrecen las plataformas buscadoras digitales.

Para Pedro Sánchez, su señora, sus hijas, su familia, y algún que otro amiguete, eso no, porque, como se suele decir, la vida buena es cara, aunque haya otra más barata, pero eso, para el perdedor de las elecciones, no es vida.

Con rostro desquiciado ocupó el canal 1 y el 2 de RTVE, al más puro estilo de «dictadura bolivariana made in chavismo». Un abuso de poder absoluto para lanzar al aire sus soflamas propagandísticas, atacando a los jueces incómodos para él, y a quienes el socialcomunismo cataloga como derecha extrema y extrema derecha.

Y, como perdedor de las elecciones, ocupando la presidencia del Gobierno de España al estilo frankestoniano, él y sus 22 ministros condonan a Cataluña, para mantenerse en el poder, 17.104 millones de euros de ese montante total para todas las comunidades de 83.254 millones de euros.

Haciendo un símil con el principio de la termodinámica, hay que decir que el dinero ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Una deuda que tiene que asumir el Estado, es decir, todo el pueblo español por caprichito de algunos que despilfarran más de la cuenta en comparación con quienes son más austeros.

Cuando apuren las orzas, y la vaca, en lugar de dar leche, dé lástima, nos vamos a enterar.