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Cartas al director

Sánchez, el octavo pasajero

Sánchez es un personaje completamente tóxico para la democracia española, estoy convencido de que si se hiciese un corte en la mano no saldría sangre, sinoáácido, el mismo ácido corrosivo que salía del alienígena de la película de Ridley Scott denominada Alíen, el octavo pasajero. Cuando a este Alíen le provocan un corte en su piel con un bisturí, un ácido sale despedido de su cuerpo y es tan corrosivo que funde todo el metal que toca de la nave espacial Nostromo.

Igualmente, la toxicidad de Pedro Sánchez está corroyendo o intentando corroer todas las instituciones del Estado español. Ya ha corroído o lo que es lo mismo colonizado con éxito el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, la Fiscalía General del Estado, el Consejo de Estado, el CIS, el CNI, Indra, Correos, RTVE, Agencia EFE… pero Sánchez quiere más, las quiere todas.

Diario de abordo:

Un Alíen con forma humana se ha infiltrado en la nave espacial de la democracia española. Su prioridad absoluta es destruirla, cualquier método para conseguirlo está para él justificado. La libertad y los derechos de sus tripulantes, entre los cuales me encuentro, están seriamente amenazados. Ante semejante amenaza sólo cabe una opción: derrotar a Sánchez, cualquier otra alternativa no es compatible con nuestro EWstado de derecho.

Nadie definió mejor a Alíen que Ash, el androide científico de la nave Nostromo:

«Admiro su perfección, es indestructible, no está nublado por la conciencia, el remordimiento o la ilusión de la moralidad. No tienen posibilidades de sobrevivir. Los compadezco».

No se me ocurriría una forma mejor de definir a Pedro Sánchez y la amenaza que él representa para nuestra democracia.

Javier Sanz Gómez

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