En el adiós del genio Ussía

La muerte de Alfonso Ussía deja huérfanos a cientos de miles de lectores de El Debate, su última y más oportuna morada, y supone seguramente la extinción del último columnista clásico, de la estirpe de Larra, Azorín, Campmany, Umbral y otros pocos elegidos del olimpo del artículo, esa síntesis entre la actualidad y la literatura que genera feligreses y explica, con perspectiva, la propia historia de España.

Su larga enfermedad no le impidió cumplir con el sacramento diario de su columna, objeto de una devota liturgia de sus seguidores que muy pocos logran: a los españoles les daba igual de qué escribiera este fenomenal intelectual, simplemente devoraban «lo de Ussía» con la seguridad de que iban a sentir uno de los grandes placeres del día.

Ussía se incorporó desde el primer momento al refundado El Debate en 2021, contribuyendo a dar lustre y fijar la irrenunciable línea editorial de una cabecera mítica, que pretende ser una luz clara, tranquila y comprometida con sus principios y valores que, a nuestro juicio, son los que mejor simbolizan una idea de España próspera, cohesionada, justa y con futuro, capaz de conocer y defender sus raíces para ganarse un mejor futuro.

En esa propuesta a la sociedad, sin otro cálculo que guiarla sin imposición por un camino decente, Ussía encontró el mejor rincón para esparcir su brillantez, su talento, su iconoclasta independencia, su ironía imbatible, su humor socarrón, sus inmensos conocimientos y su incomparable pluma, digna del Siglo de Oro y de la Real Academia, que quedará en eterna deuda con él.

Conservador y liberal, pero sobre todo rabiosamente valiente e independiente, Ussía es una mezcla de periodista informado y de intelectual rotundo, de escritor genial y de gamberro sin igual, de clásico y de moderno; con las dosis justas y sinceras de cada ingrediente para ser inimitable y único.

Seguramente por todo ello no ganó todos los reconocimientos oficiales que se merecía, pero alcanzó el más importante de todos: la inmortalidad, el reconocimiento de los ciudadanos, la admiración de sus colegas, la envidia de sus enemigos y el inmenso honor de sus compañeros por tenerle en sus filas, las de El Debate, que seguirá a la altura de su legado y consciente de su relevancia.

Se ha ido un colega y un amigo, un personaje imprescindible en la prensa española durante décadas; pero queda una herencia inmejorable que sabremos cuidar y prolongar desde las páginas virtuales de este periódico, ya para siempre el de Ussía, el maestro inolvidable.