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27 de abril de 2024

En primera líneaRamón Pi

Los tres mínimos

Pensemos en la exigencia más elemental de comportamiento imaginable, y nos encontraremos con sólo tres prohibiciones sin las que es difícil concebir una convivencia digna de ser llamada civilizada: no matar, no robar, no mentir

Actualizada 01:19

Los acontecimientos en nuestra política se suceden a gran velocidad; el habitante de la Moncloa tiene una ocurrencia o nos cuenta un embuste un día detrás de otro, y sus más estrechos colaboradores no le andan a la zaga en la putrefacción de la vida pública hasta el punto de que un reputado cronista político, Santiago González, da a la publicidad una sección radiofónica diaria titulada La república de los tontos, piadoso título que reproduce y glosa las iniciativas de nuestros gobernantes, pues algunas de las que cita pueden calificarse de mil maneras más graves y ofensivas que meras tonterías.
Los últimos (¿penúltimos?) hechos registrados son los relativos a la proposición de ley del PSOE más los comunistas de Podemos titulada «Trasposición de Directivas Europeas y otras disposiciones para la adaptación de la legislación penal al ordenamiento de la Unión Europea, y reforma de los delitos contra la integridad moral, desórdenes públicos y contrabando de armas de doble uso». Bajo este titular, que puede calificarse de tontería insigne cuando no de tomadura de pelo, se pretende esconder el designio del Gobierno de suprimir el delito de sedición y así –muerto el perro se acabó la rabia– evitar que los sediciosos separatistas catalanes vayan a la cárcel y favorecer el allanamiento de los inconvenientes cuando vuelvan a repetir el tumultuario simulacro de referéndum de autodeterminación de hace cinco años, que había sido suspendido por el Tribunal Constitucional y dio origen a la tímida aplicación posterior del artículo 155 de la norma máxima, y que han anunciado que van a reincidir en su intentona.
Y esto ya no es una tontería ni una ocurrencia del «loco Carioco» de las antiguos tebeos. Ver a Patxi López ante las cámaras de la televisión defendiendo embarulladamente lo indefendible obligaba a recordar las palabras proféticas de Pilar Ruiz Albisu, madre del asesinado por la ETA Joxeba Pagazaurtundúa, que le dijo cuando López era presidente de la comunidad autónoma vasca: «Dirás y harás muchas más cosas que me helarán la sangre, llamando a las cosas por los nombres que no son». De tontería, pues, nada: en realidad, un paso más en la ruta separatista de un sector de nacionalistas al que sigue una porción de catalanes sentimentales, alentada por un sociópata desvariado, que tiene la necesidad de satisfacer su ego patológico para permanecer en la Presidencia del Gobierno, pagando a los separatistas y terroristas un precio que estos delincuentes y otros comunistas ni siquiera imaginaban.
Ilustración: los tres minimos reloj sanchez

Lu Tolstova

Esta coalición de perdedores en las urnas no alcanza la mínima exigencia ética para dedicarse a la cosa pública, y me atrevería a decir que ni la privada siquiera. Pensemos en la exigencia más elemental de comportamiento imaginable, y nos encontraremos con sólo tres prohibiciones sin las que es difícil concebir una convivencia digna de ser llamada civilizada: no matar, no robar, no mentir. Si queremos dulcificar aún más este canon de buena conducta, maticemos esos tres mínimos: no matar a los inocentes, no robar a los necesitados, no mentir a los que se comprometen con un apretón de manos.
Pues bien, éstos que ocupan el poder en España desde hace tres años han hecho leyes que permiten matar deliberadamente a víctimas inocentes e indefensas antes de que les llegue el momento de nacer cuando están en el vientre de sus madres, y antes de que les llegue el momento de morir de muerte natural. Han robado cientos de millones de euros destinados a aliviar la dramática situación de los parados y han malversado miles de millones destinados a finalidades que no tenían nada que ver con las leyes que preveían extraerlos coactivamente de los bolsillos de los contribuyentes. Y han basado, y continúan basando, su actividad en una mentira tras otra, cuya lista excedería los límites de estas líneas, pero que están en la memoria de todos. Y todo esto lo desarrollan a la vista de todos, acusando a sus contrincantes de hacer y decir lo que ellos hacen y dicen constantemente. Por referirme a esta última iniciativa legislativa, el citado López decía que no tenía nada que ver con la voluntad de impedir la cárcel para los separatistas que aún están en libertad; yo me enteré de estos embustes a través de unas sonrientes locutoras en catalán en TV3, porque TVE estaba emitiendo programas de entretenimiento.
(P.S. La última felonía ya es la penúltima: ahora pretenden modificar también el delito de malversación de caudales públicos para que no vaya a la cárcel el expresidente del partido al que pertenece el actual presidente del Gobierno).
  • Ramón Pi es periodista
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