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29 de marzo de 2024

EN primera líneaJesús Fernández-Miranda y Lozana

Pan y circo

Como dice la sabiduría popular para relatar un fracaso, «el PSOE ha montado un circo y la mujer barbuda sufre de alopecia facial»

Actualizada 01:30

Ante la proximidad de las elecciones locales y autonómicas del próximo día 28 creo importante hacer una reflexión sobre la situación política que padecemos, que ayude a formar criterio para el voto.
Lo cierto es que la política ha cambiado muy poco desde tiempo de los romanos, pues sigue en vigor la máxima «pan y circo» que no era otra cosa –para la clase social de los patricios– que tener a la plebe alimentada y entretenida como forma de tenerla controlada.
El pan está representado hoy por las dádivas del Gobierno en forma de cheques lúdico/culturales para los jóvenes, ingreso mínimo vital y demás subvenciones y paguitas que el gobierno reparte entre los miembros de las tribus de los partidos que le apoyan parlamentariamente, con carácter puramente electoralista, y que se ha convertido en la estrategia electoral de Sánchez, que en cada mitin ante las próximas elecciones locales y autonómicas del 28 de mayo, se saca de la chistera alguna nueva dádiva, como el cine de los martes para mayores a 2 euros.
El circo, instalado plenamente en la vida política es, por su parte, no trágico/dramático, como lo eran las carreras de cuadrigas o los sangrientos espectáculos en el anfiteatro, sino que hoy es cómico/absurdo/hilarante, pues, ¿cómo si no puede definirse el hecho de que los diputados de un partido que forma parte del Gobierno voten en contra de un proyecto de ley del propio Gobierno, al tiempo que son seguidos por parte de los partidos que conformaron la mayoría de investidura y tienen que ser los partidos de la oposición quienes tengan que aportar sus votos para evitar que parte del Gobierno cause la derrota parlamentaria del mismo Gobierno?
¿O que el portavoz parlamentario del PSOE, el impresentable e incompetente Patxi López, diga que está en contra de crear una comisión parlamentaria de investigación del caso Tito Berni con el argumento de que la cuestión está sub iúdice, pero si está a favor de crearla respecto del caso Kitchen, de presunta corrupción del PP, que también está sub iúdice; o se permita, mientras continúa una investigación judicial de aquel caso de corrupción del PSOE, afirmar tajantemente que en relación con Tito Berni que «no hay caso»?
¿O que el Gobierno se manifieste el 8M, día de la mujer, dividido en dos manifestaciones diferentes en las que se reparten las ministras de las dos facciones del Gobierno, que se increpan mutuamente acusando cada una a la otra parte del mismo Gobierno de antifeminista?
¿O que la parte socialista del Gobierno defienda la contribución con armas a favor de Ucrania, y la parte podemita, del mismo Gobierno, crea que eso es inadmisible y pidan negociaciones de paz que atiendan las peticiones de Putin?
¿O que EHBildu/ETA incluya en sus listas electorales a asesinos y colaboradores condenados por terrorismo de ETA y Sánchez se niegue a contestar a la insistente pregunta de la oposición de si va a seguir pactado con ETA/Bildu?
Y, al tiempo, el Gobierno trata de ocultar su pestilente corrupción –no olvidemos su esfuerzo por evitar el ingreso del condenado Griñán en la cárcel– con la incontenible diarrea legislativa que da lugar a sus disparatadas leyes del 'solo sí es sí', del bienestar animal o de igualdad transgénero, con las que constriñen la libertad de los ciudadanos en todos los ámbitos de la vida social, olvidando que, según Tácito, «cuanto más corrupto es el Estado, más numerosas son las leyes».
Ilustración: Sánchez pan y circo

Paula Andrade

Aunque conviene también recordar a Cicerón, para quien «cuanto más cerca está la caída de un Imperio –digamos Gobierno– más locas son sus leyes».
De momento no se han atrevido a regular los aspectos íntimos de la vida privada de los ciudadanos, aunque Irene Montero, y su «corifeo», alias «Pam», traten de dar lecciones de cómo deben ser nuestras relaciones sexuales, olvidando la frase del revolucionario jacobino Saint-Just, colaborador estrecho de Robespierre –y, qué casualidad, guillotinado con él–, que decía que «la libertad del pueblo está en su vida privada, no la turbéis».
El esperpento cómico es hilarante al tiempo que estomagante.
Pero todo responde, en estos momentos, a estrategias electorales.
La cohesión gubernamental obedece, en exclusiva, a la indisimulada ansia de poder que mueve a los partidos coaligados, sin ningún proyecto compartido pero, también, sin ningún pudor en cargar a la ciudadanía la factura de sus dislates.
De todos modos, el PSOE juega su baza de distanciarse de Podemos, con el fin de aparentar centrismo moderado y mantener sus –pienso que pobres– expectativas electorales, tanto en las elecciones locales y autonómicas del próximo día 28, como en las generales previstas para mediados de diciembre; aunque seguro que volverían a gobernar juntos si fuesen capaces de conformar una mayoría parlamentaria de Gobierno, mientras trata, rabiosa e infructuosamente, de sacudirse el escándalo de corrupción del caso Tito Berni, en torno al, hasta hace unos días, Diputado Nacional del PSOE Juan Bernardo Fuentes Curbelo, consciente del daño electoral que esto puede causarle.
Pero el hambre del pueblo no se sacia sólo con pan, con las dádivas y limosnas que da el Gobierno, ya que el incremento de los precios de los alimentos ha sido, en el último año, de más de un 15 por ciento.
Y como dice la sabiduría popular para relatar un fracaso, «el PSOE ha montado un circo y la mujer barbuda sufre de alopecia facial».
De todos modos, lo que cuento a mis lectores es el fiel y verdadero relato de lo que estamos viviendo y que ocurre todos los días, pues como nos dijera el poeta inglés del s.XVIII Samuel Johnson, para poder enseñar a los hombres a decir la verdad –incluidos los políticos de izquierdas–, es preciso que aprendan a oírla –aunque sea desagradable e hiriente, añadiría yo–.
  • Jesús Fernández-Miranda y Lozana es abogado
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