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19 de mayo de 2024

En primera líneaEduardo Coca Vita

Extrema indignidad presidencial

Como español me avergüenza ser apoderado en círculos internacionales por este baladrón y su cohorte de abrillantadores que ya venían agarrándose a todo

Actualizada 01:30

La Junta Electoral ha sancionado a Pedro Sánchez por aprovechar su cargo para propaganda partidista. Es la segunda vez en la empachosa última temporada de votaciones y campañas, pero no las únicas en que lo ha merecido. Recuerdo cómo en los comicios de julio sostenía ante medios internacionales desplegados en Vilna, cumbre OTAN, que su papel en el debate televisivo a dos estuvo marcado por indignarle –¡a él!– las mentiras y manipulación del jefe de la oposición, mientras se consideraba –¡a sí mismo!– un político de principios con fuertes convicciones, lo que le hizo rebelarse para defender la verdad. Eso es lo que quiso decir el aspirante a llevarse unas elecciones que finalmente perdió y ganó Feijóo.
Podría por mi parte añadir más perlas presidenciales –de ese y otros escenarios internacionales hechos recinto de mítines en época electoral–, pero no viene al caso. Ya se encargará alguien con vocación pandectista de coleccionar enciclopédicamente las joyas que ha tallado este chuleta de casi dos metros en sus cinco destructivos años para España, sin reparar en lugar, momento o fin, todos válidos para su publicidad de choque con la que entretener a los parados reales, ociosos activos o meros pesebristas que tanto ha mimado, presumiendo de bienhechor altruista cuando es un rácano de lenguaraz vocabulario a costa del malparado erario.
Qué ser más inverecundo y untuoso nuestro presidente del Gobierno en su ambición continuista. Infringir la ecuanimidad y el equilibrio en discursos, comparecencias y ruedas de prensa en cónclaves del mundo occidental para la paz. Sabiendo bien el muy pillo que allí nadie le dirigirá una voz de censura o gesto de desacuerdo, porque entre diplomáticos no se acostumbra estrellar huevos y abuchear proclamas como las que escupe nuestro arrogante primer ministro; no sabemos si por genética, formación familiar, selecta escolarización o autodidactismo narcisista y complacencia en el yo, y yo y solamente yo.
Ilustración: Pedro sanchez

Paula Andrade

Pero a Dios Pedro Todomentiroso le resulta indiferente tanto esto como aquello, y pasa olímpicamente de expedientes y sanciones, hasta del sursuncorda, por atacar desde el su laico sillón papal a PP y Vox o vender sus logros gubernamentales en el Consejo de Europa o do se tercie. Poco importa. Los que emplean lo más vulgar de nuestra lengua dicen coloquialmente que a este cínico todo se la suda o se la trae floja; yo, más delicado, afirmo que le importa un pito, un bledo o un pepino lo que en cara le echen. La soberbia que le recubre no se cuartea con lo que sentencie la JEC, que no expedienta a todo el Gobierno por falta de tiempo para el trabajo que le da el generalísimo, su plana mayor de chusqueros y la tropa de reclutas afines en permanente campaña denigratoria para el enemigo desde despachos, salas de juntas o tribunas gubernamentales siempre abiertas a su propia RTVE y prensa servil. Qué impresentable sujeto mercadeando su gloria sin reparar en dónde ni a quién comprarle culto, adoración y reverencia por el mejor precio imputado al saldo negativo de la caja pública.
Como español me avergüenza ser apoderado en círculos internacionales por este baladrón y su cohorte de abrillantadores que ya venían agarrándose a todo, pero que con la abertura de patas, para seguir subyugándonos, chupan la última gota de decencia política después de sorberse entera la honra nacional y hasta la estima personal de cada súbdito del sultán, incapaz hoy de asomarse a un barrio corriente o pasear la plaza de un sencillo pueblo, porque peligra la indemnidad de su rostro, tan fresco como hermoso, frente a los tiestos de balcón y tomates de huerta que le vayan a tirar. No tiene el apoyo de ninguna de las personas normales que queremos regalarle tiempo libre para ir al psiquiatra a confesarle sus ansias y sus mantras, a ver si, por subnormal o deficiente, le queda una paguilla compatible con la opulenta jubilación vitalicia que disfrutaría de darse el piro o verse de patitas en la calle. Esa canonjía sí que está garantizada y no las que la magna charlatana de andaluza parla cansina y risa de loca cacarea, cual gallina pitita, por sus huevos hueros o en fárfara. Cómo se nota que no serán ni él ni ella quienes tengan que pagar lo que con ficticia algarabía prometen a quienes intentan políticamente sobornar.
Qué cara más dura le regaló Satán al marido de Begoña cuando en este mundo lo depuso tan alto y bello, tan fornido y velloso; y tan viajante como parlante y de adulaciones y cortejos amante. Pero tan indigno y villano como ni su diabólico engendrador podía imaginar que le iba a quedar: zumbo de avispa asiática, pelo de erizo puado, lengua de víbora rastrera, dientes de roedor, colmillo de cochino jabalí, risilla conejil, mirada de cernícalo primilla, garras de halcón peregrino, andares de lobo viejo, nariz de rinoceronte, mandíbulas de caimán, espalda de orangután y zancada de avestruz. Una prenda, vaya. Y le tocó a España. Qué casualidad. Para que otros se quejen de fatalidad o maldito azar. Ante este depredador de derechos, participación y libertades ponía yo a los hombres de buena voluntad que quisieran aprender lo que es la contrariedad vital, la mala suerte.
  • Eduardo Coca Vita es escritor
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