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Reconstituiremos lo que fue constituido

Hoy los españoles están más distanciados que cuando Fraga, Suárez o González pisaban la Carrera de San Jerónimo. Hasta el punto de que hemos tenido que recurrir a pinganillos –onerosos, por cierto– para comunicarnos entre diputados

Actualizada 01:30

La Sala Constitucional del Congreso de los Diputados es uno de sus grandes tesoros. Por ella han pasado cientos de españoles, pero siete desembarcaron para quedarse. La reconocida obra del artista Hernán Cortés que inmortalizó a los siete padres de la Constitución y que preside la Sala Constitucional es fiel imagen de nuestra Transición. De lejos, las diferencias entre personajes apenas se aprecian. Pero, de cerca, afloran al instante. Siete personas distintas (en origen, trayectoria, ideas y personalidad) que decidieron ser iguales. Del acuerdo de siete hombres, al abrazo de toda una nación. Y, como puente, la Constitución Española de 1978, que cumple 46 años.

Constitutcion

Lu Tolstova

La Constitución celebra su aniversario en un contexto distinto a aquel en el que se aprobó. A finales del siglo XX, los españoles tendíamos a la unión, a buscar semejanzas y enterrar diferencias. Y, desde entonces a esta parte, la fórmula no ha hecho más que invertirse. Hoy los españoles están más distanciados que cuando Fraga, Suárez o González pisaban la Carrera de San Jerónimo. Hasta el punto de que hemos tenido que recurrir a pinganillos –onerosos, por cierto– para comunicarnos entre diputados. Es decir, entre españoles. Hemos retirado el foco de lo común, para ponerlo en lo particular.

A 6 de diciembre de 2024, una parte considerable del Congreso de los Diputados no cree en muchos de los consensos básicos de la Constitución. Rechaza la Nación única, el Estado de las Autonomías, el Estado de Derecho, la separación de poderes, la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos o el principio de buena fe. Muchos de ellos reniegan a todo volumen de la Transición y otros miran hacia otro lado cuando escuchan los ataques. Y lo hacen, activa o pasivamente, porque no creen en el acuerdo entre españoles. Prefieren una España dividida, que una Nación de ciudadanos libres e iguales unidos en torno a un proyecto común de convivencia. Por eso el PSOE y sus compañeros de Frankenstein no hacen otra cosa que sacar brillo a nuestras diferencias, recurriendo a una retórica de muros que alcanzó especial protagonismo en el debate de investidura de Sánchez al que se presentó tras perder las elecciones.

En el proyecto de Sánchez no caben la mitad de los españoles y desde que llegó al poder en 2018 no ha dejado de recordárselo. Su concepción de España es muy distinta a la de los constituyentes. Donde la Constitución habla de indisoluble unidad de la Nación española, Sánchez pretende hablar de España plurinacional. Y donde habla de Estado de las Autonomías, de Estado Federal. La única razón por la que no ha emprendido el camino de la reforma constitucional es la falta de los votos necesarios. Razón por la cual está recurriendo a su mutación por la puerta de atrás a través de dos vías más que reprochables: el lanzamiento desde las instituciones –de todos– de conceptos falsos y erróneos (como el de España plurinacional y federal) con el propósito de que se normalicen y traten como ciertos; y, el intento de colonización del Tribunal Constitucional para que ampare sus decisiones.

La Constitución cumple años bajo amenaza, y decir lo contrario supondría mentir. Lleva años sufriendo golpes bajos desde diferentes posiciones que, a pesar de no haberla tirado a la lona –gracias a su inmensa fortaleza–, no deben ser minusvalorados. La estrategia expansiva del Gobierno amenaza gravemente la separación de poderes. Hoy, la presidencia del Congreso de los Diputados es un apéndice del Ejecutivo, que funciona al compás marcado desde La Moncloa e, incluso, desde el escaño del Presidente del Gobierno –que, no debemos olvidarlo, pidió callar al líder de la oposición–. A su vez, la presión ejercida sobre el Poder Judicial es insólita, poniendo en grave peligro su independencia. Sólo en los últimos meses hemos presenciado ataques continuos a jueces desde La Moncloa y la tribuna del Congreso, comisiones de investigación para revisar sentencias, querellas contra jueces por investigar al entorno personal del presidente, el término lawfare en la boca de cargos públicos y la aprobación de una ley de amnistía que ha derogado la potestad exclusiva de nuestros jueces de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.

A todo esto se suma el desprecio total por la igualdad de los españoles –culminado con el cupo catalán–, la estrategia de colonización de todas las instituciones del Estado y, por supuesto, las múltiples acusaciones de corrupción que sobrevuelan alrededor del Presidente del Gobierno dirigidas a personas de su máxima confianza y cercanía. Ningún presidente ha dirigido la acción de gobierno del país con una espada de Damocles de tal envergadura sobre su cabeza. Las noticias y escándalos se suceden a una velocidad pasmosa. Y la falta de explicaciones del Gobierno de España y, en concreto, de su presidente, no deben dejar de ser condenadas, porque son una falta de respeto absoluta hacia los españoles. Nuestra Nación no se merece un presidente que tenga al que fue su hombre de máxima confianza en el Gobierno y el partido, a su mujer, a su hermano y a su Fiscal General del Estado investigados por la Justicia. Por no hablar de la oscura sombra –por el momento extrajudicial– que rodea a muchos otros. Las prácticas de este gobierno, presuntamente delictivas en muchos casos y más que reprochables en otros, deben ser paralizadas de inmediato, porque corren el riesgo de manchar la reputación y confianza en nuestras instituciones.

Desde luego, éste no será el aniversario más deseable. Pero invito a todos los españoles a levantar un poco la vista del camino, tratando de pensar en los que vendrán. Nuestra Constitución resistirá porque sigue contando con instituciones fuertes, eficaces y ejemplares, como la Corona, cuyo modélico titular, el Rey Felipe VI, ha cumplido 10 años en el trono. Resistirá porque sigue habiendo partidos políticos comprometidos con su defensa a ultranza, como el Partido Popular, que revertirá los daños y fortalecerá de nuevo el Estado y la Nación. Y, sobre todo, porque sigue existiendo una inmensa mayoría de españoles que no cree en los muros, sino en los puentes. Hoy, 6 de diciembre de 2024, resistiremos el envite. Mañana, reconstituiremos lo que un día fue constituido. ¡Viva la Constitución!

  • Miguel Ángel Tellado Filgueira es portavoz del Grupo Parlamentario Popular
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