El declive de la familia: amenaza para España
El resultado de esta crisis es un pronunciado déficit vegetativo y una tasa de fertilidad de 1,12, casi la mitad de lo necesario para mantener estable la población. Esta situación amenaza con hundir a España en términos económicos y sociales
Una encuesta de Sigma Dos para El Mundo revela que el 61,8% de los jóvenes no planea tener hijos a corto plazo, y solo el 13% lo considera en los próximos cinco años, mientras que el 82,9% lo descarta. Las mujeres (84,9%) son más reticentes que los hombres (80,8%). Las principales razones son el alto coste de la vida (37,1%), el sacrificio personal y profesional (19,9%), la incertidumbre laboral (18,5%) y las malas perspectivas para España y el mundo (11,8%). Su verificación: el bajo número de nacimientos: 155.629 en la primera mitad del año pasado.

Además de las razones mencionadas, existen factores estructurales que enmarcan esta situación. Entre ellos destacan:
A. Cambio en los valores sociales: La vida orientada al bien común, expresada en la familia, ha sido reemplazada por una cultura centrada en la satisfacción individual e inmediata.
B. Debilitamiento de la institución familiar: La perspectiva de género, su feminismo y las identidades LGBTIQ han transformado la estructura social, aumentando la polarización y dificultando relaciones estables. La desmitificación del amor romántico y la banalización del sexo lo han reducido a entretenimiento, desconectándolo de su función generadora de vida.
C. Rechazo de la paternidad y maternidad: Este fenómeno está relacionado con cambios en los modos de producción y la vida moderna, agravado por políticas de los gobiernos, que favorecen el aborto y penalizan el matrimonio y la familia.
El resultado de esta crisis es un pronunciado déficit vegetativo y una tasa de fertilidad de 1,12, casi la mitad de lo necesario para mantener estable la población. Esta situación amenaza con hundir a España en términos económicos y sociales. En concreto, el país corre el riesgo de empobrecerse, desmantelar su estado de bienestar y enfrentar dificultades insalvables para financiar las pensiones futuras.
El capital humano como base de la economía
La economía de España depende fundamentalmente de su capital humano, cuya única fuente es la familia. En esta institución se genera la complementariedad insustituible entre mujer y hombre, así como el capital social necesario para el desarrollo humano. Cuanto mayor sea la dotación de capital humano y social, mejor será la base para un crecimiento sostenible.
El valor económico del capital humano en España en 2018, se estimó en 14,8 billones de euros, una cifra 12,3 veces superior al PIB de ese año, según la Fundación BBVA-Ivie. Este valor supera ampliamente al de otros tipos de capital, siendo 4,2 veces mayor que el capital físico en 2017. Esta diferencia radica en que el capital humano no solo genera valor directo a través del trabajo, sino también impulsa la innovación, la productividad y el desarrollo sostenible a largo plazo, factores esenciales para cualquier economía.
Diversos modelos económicos, (Lucas ,1988; Romer 1986, 1990; Grossman-Helpman, 1991; Mankiw, Romer y Weil ,1992; Aghion y Howitt ,1992;) destacan en términos diferentes un comun denominador: la importancia del capital humano para el crecimiento a largo plazo. Por ejemplo, en los países nórdicos, la inversión constante en educación y formación profesional ha permitido mantener altos niveles de innovación y productividad, asegurando un crecimiento sostenible a pesar de los retos demográficos. Este tipo de capital genera externalidades positivas que potencian la productividad y la innovación. Modelos, como los de Romer, Aghion-Howitt y Grossman-Helpman, subrayan que el capital humano es crucial para aumentar sostenidamente la productividad total de los factores. Además, indican que el crecimiento puede sostenerse indefinidamente si no hay barreras a la inversión en conocimiento y formación.
El papel insustituible de la familia
La clave para garantizar un stock suficiente de capital humano radica en el nacimiento de niños dentro de familias que posean el capital social necesario para educarlos. Sin esta base, no hay progreso económico ni social sostenible. La idea de que la inmigración puede sustituir plenamente la falta de natalidad en España es errónea. Por ejemplo, Juan Velarde señala que la inmigración masiva no garantiza la reposición de capital humano de alta calidad, mientras que Macarrón argumenta que esta estrategia ignora las diferencias culturales y educativas que afectan la integración y productividad a largo plazo. La inmigración masiva suele estar acompañada de una dotación baja de capital humano, lo que impacta en la productividad.
Los datos salariales de Cataluña reflejan esta realidad: con las últimas cifras disponibles, las de 2023, el salario medio de una persona nacida en España fue de 31.441 euros, mientras que el de un extranjero no perteneciente a la UE fue de 21.490 euros, lo que significa el 68% de aquello. Además, las condiciones del sistema educativo y los limitados recursos destinados a la integración dificultan que los hijos de inmigrantes alcancen mejoras significativas en términos medios.
Sin un capital humano propio, no hay progreso técnico ni desarrollo sostenible. Sin familias capaces de educar y formar a las nuevas generaciones, el futuro de España está en juego. La familia, como base de la sociedad y fuente de capital humano, es insustituible. La renovación demográfica y el fortalecimiento de las estructuras familiares deben ser una prioridad si queremos garantizar la prosperidad y estabilidad del país.
- Josep Miró i Ardèvol es presidente de e-Cristians