Bach y Mozart y el régimen demográfico antiguo
La natalidad elevada era una forma de respuesta a los excesos de la parca que a veces se llevaba, a una edad muy temprana, la mitad o más de los hijos concebidos. ¡Qué diferencia con la situación actual en las que las parejas pueden conservar prácticamente la totalidad de los hijos que engendran!
Juan Sebastián Bach falleció a mediados del siglo XVIII y Mozart a finales de esa centuria. Y ambos vivieron bajo las condiciones de lo que denominamos régimen demográfico antiguo que voy a empezar por definir. Se trata de la situación previa a la gran transición poblacional que precisamente se iniciará en los años finales del XVIII y se prolongará después durante los siglos XIX y XX. Esta larga etapa pretransicional se caracterizó por la existencia de altos valores de mortalidad y natalidad. Una mortalidad fuerte en cualquiera de sus variedades. Con episodios frecuentes de supermortalidad causada por el hambre, las epidemias o las guerras que diezmaban periódicamente la población. Con una mortalidad general u ordinaria elevada que se traducía en esperanzas de vida al nacer en torno a los 30 años. Y con una mortalidad infantil (niños fallecidos antes de cumplir su primer aniversario) que en algunos casos podía llegar a ser del 50 % o más. La mayoría de las muertes se originaban por causas exógenas, muy habitualmente por enfermedades infecciosas contra las que en ese momento no había remedios eficaces.
En compensación, la natalidad era también alta. No resultaban infrecuentes tamaños familiares de 5 o 6 hijos por mujer, o incluso más elevados. Las parejas se casaban a una edad temprana y si no fallecía uno de los cónyuges, frecuentemente la mujer, engendraban ese notable número de descendientes. La muerte de la esposa, con una frecuencia intensa durante el parto o el puerperio, daba lugar a un nuevo enlace del varón a una edad relativamente temprana para poder seguir teniendo hijos en su nueva unión. En cualquier caso, las parejas no utilizaban apenas métodos de control de los nacimientos o si lo hacían eran procedimientos poco eficaces. Bajo estas condiciones de natalidad y mortalidad, la población crecía poco y de forma continua se veía sometida a una de esas crisis de supermortalidad que provocaban episodios de crecimiento negativo.
Bach primero y Mozart después constituyen dos buenos ejemplos en el ámbito de la música de ese modelo demográfico anterior a la revolución. Bach se casó por primera vez a los 22 años con María Bárbara Bach, su prima segunda, que probablemente era un año mayor. María Bárbara se muere a los 36 años después de haber alumbrado 7 hijos de los cuales sobrevivieron 4. Entonces Juan Sebastián se casa con Anna Magdalena Wileka con la que llegó a tener 13 hijos de los que sobrevivieron 6. En total fueron 20 vástagos de los que perduraron únicamente 10, una mortalidad del 50 %. Sin embargo, Bach y su segunda mujer destacan por su longevidad en un periodo en el que habitualmente se moría mucho más joven. Anna Magdalena Wileka falleció a los 58 años y Bach a los 65, antes que su mujer, a la que dejó en una situación de gran precariedad. El compositor murió probablemente de una enfermedad infecciosa tras una cirugía ocular (cataratas) realizada por un médico con tanta fama como impericia.
A pesar de que es más tardío, Mozart cumple mejor las condiciones del régimen demográfico antiguo. Se casó a los 26 años con Constanze Weber y tuvo 6 hijos de los que solo 2 sobrevivieron. Y se murió a los 35 años, la edad de la esperanza de vida característica de su época, de una infección o complicación renal grave.
Las trayectorias demográficas de Bach y Mozart no fueron exclusivas. Purcell se casó a los 21 años y tuvo 6 hijos de los que solo 2 alcanzaron la edad adulta. Y se murió joven, a los 36 años, de una infección pulmonar, probablemente una tuberculosis o neumonía. Y Haydn contrajo matrimonio a los 28 y tuvo 2 hijos que murieron en la infancia. Vivió más años, pero se murió igualmente de una infección de los pulmones. Y alguien se preguntará por la situación del gran Haendel. Pues bien, todo lo prolífico que fue con su música, fue parco con su vida personal pues nunca se casó, ni tuvo hijos.
He querido mostrar a través de estos grandes compositores la dureza de un régimen demográfico en el que la muerte tenía el mayor protagonismo. La natalidad elevada era una forma de respuesta a los excesos de la parca, que a veces se llevaba, a una edad muy temprana, la mitad o más de los hijos concebidos. ¡Qué diferencia con la situación actual, sobre todo en nuestras sociedades, en las que las parejas pueden conservar prácticamente la totalidad de los hijos que engendran! Ahí reside uno de los grandes factores que ha favorecido la caída de la fecundidad y el reducido tamaño familiar y que ha dado lugar a la aparición de un régimen demográfico nuevo, caracterizado por una mortalidad baja y una natalidad igualmente pequeña. El régimen antiguo y el nuevo solo se parecen en una cosa: los dos se singularizan por un reducido crecimiento de la población que a veces resulta negativo si los fallecimientos exceden a los nacimientos.
Rafael Puyol es presidente de la Real Sociedad Geográfica